Tanto la violencia como la provocación acostumbran a ser sutiles y volverse camaleónicas desde su propia deformación intrínseca. Son unas características que se notan en todas las formas de agresión, pero quizás, en la actualidad, se hacen notar con mayor profundidad en la compleja y soterrada violencia de género, en el abuso y vejación por causa de diferencia sexual.
Las muertes de mujeres víctimas de sus exmaridos o parejas no cesan. En muchos casos no se han denunciado maltratos previos o han fallado las medidas preventivas y de control. Estos últimos días se han sucedido las manifestaciones a favor de la igualdad de genero que, casualidad o efecto de reacción deformada, han ido seguidas de otros homicidios que han costado la vida a otras mujeres.
Algunos especialistas en la cuestión sostienen que estamos ante un verdadero problema de Estado, equiparable al terrorismo y que el remedio no vendrá hasta que no sea considerado como tal. Lo cierto es que algo inmediato se debe hacer. El Govern tiene listo un anteproyecto de Ley de Igualdad que aspira a convertir en norma efectiva a partir del próximo mes de marzo o abril y que incorpora sustanciales novedades en cuanto a la estructuración, definición y control de la violencia de género. El reto estará, por tanto, en su aplicación práctica.
Una buena ley debe ceñirse al conocimiento de la sociedad en la que se implica y a la disección de la materia que trata. Por lo menos a nivel teórico, la norma en ciernes no va mal encaminada. Prevé media docena de tipos diferentes de violencia machista con la principal novedad de incorporar la económica y la simbólica, al tiempo que define por primera vez el feminicidio entendido como muerte ocasionada por el mero hecho de ser mujer. La conselleria de Presidencia asumirá a partir del próximo año unas funciones sobre esta disposición en las que la violencia económica es aplicable al hombre que, disponiendo de medios para hacerlo, no pasa la pensión por alimentos a hijos y utiliza este recurso como método de extorsión. Por violencia simbólica deberemos entender aquella que transmite una imagen discriminatoria de la mujer o de superioridad por parte del hombre. Las sanciones, el ya existente observatorio de publicidad no sexista o el previsto observatorio de igualdad y la creación de una plaza de acogida por cada 3.600 mujeres, son algunos de los instrumentos potenciales para luchar contra esta lacra de la sociedad moderna.
El Govern está autoconvencido de haber hecho una ley "valiente y claramente progresista". Sin embargo, conviene andar con mayor cautela a la vista de la experiencia y quizás mirar algo y dar ejemplo en las propias interioridades del Pacto. Se ha destituido al director insular de Medio Ambiente, César Ruiz, de Podemos, al amparo de un presunto incidente machista de explicación vaga. La acusación es grave, como dice el afectado, que se plantea responder con una demanda. Visto el cargo y la trascendencia pública, la destitución requería explicaciones más exhaustivas. Dejar las cosas claras es respetar la defensa y, en este caso, también luchar contra la violencia de género.
