Los residentes y visitantes de Mallorca han recibido una mala noticia en los últimos días. Air Berlin ha decidido cerrar su ´hub´, su centro de conexiones, de Son Sant Joan. Con ello se pierden por lo menos diez rutas directas con el resto de España y Portugal y numerosas posibilidades de interconexión aérea. Resulta evidente que, una vez más, el pasajero sale perjudicado y queda directamente expuesto a nuevos incrementos de precios en los billetes y menores posibilidades de transporte.

La reacción del Govern, en el sentido de que no cabe temer falta de vuelos porque la expansión de otras aerolíneas suplirá los huecos que deja Air Berlin, parece responder al deseo antes que a la realidad contrastada y es de una ingenuidad o ignorancia preocupante. Por el momento no se conocen compromisos de otras compañías para suplir los precios competitivos y la gran calidad del servicio que, por regla general, ha venido ofreciendo Air Berlin. De momento, el pasajero, sea residente o turista, queda más desamparado y permanecen abiertos toda una serie de interrogantes sobre los motivos que han desembocado en el cierre del ´hub´ de la aerolínea alemana en Son Sant Joan. Todo apunta a errores de estrategia en la política comercial. Air Berlin se ha venido caracterizando por la calidad de un servicio amplio y por la buena acogida del cliente pero, a pesar de ello, ha registrado pérdidas en los últimos cinco años, hasta el extremo de situarse en el linde del concurso de acreedores. Este es el motivo alegado por el consejo de administración de la compañía para reducir de forma drástica sus prestaciones en Mallorca y dejar bajo mínimos unas instalaciones en el aeropuerto que en su día supusieron una inversión de 62 millones de dinero público. No estaría de más investigar sobre la oportunidad de tal gasto y sobre si se evaluaron de forma suficiente los riesgos que con ello se asumían. A la vista de lo ocurrido, parece claro que la respuesta debe ser negativa.

Air Berlin ha llegado a disponer del 23% del tráfico aéreo de Palma y solo de enero a octubre del presente año ha movido a más de cinco millones de pasajeros desde la isla. Pero ha perdido un 4% de ellos con respecto al año anterior. Recortes sobre estos movimientos no dejan indiferentes a nadie en un sitio tan sensible para el transporte aéreo como Mallorca. También se ciernen nubarrones sobre el centenar largo de trabajadores de Air Berlin en la isla, por mucho que se diga ahora que serán recolocados en otros centros de la aerolínea en Europa. Lo que está claro es que Mallorca dispondrá de menos rutas y que la clientela procedente de Alemania y Austria ya no podrá servirse de la isla como centro neurálgico de conexión aérea. En peligro quedan igualmente los servicios y contratos que se generaban a partir de la alta actividad desplegada por la aerolínea en retirada.

¿Hasta qué punto quedan rotos los compromisos adquiridos por Air Berlin en Balears y la rentabilidad del dinero público invertido en ello? Experiencias como esta invitan a replantear de nuevo la estrategia de conjunto de la conectividad aeroportuaria y a garantizar canales para que los residentes tengan normalizada su movilidad y los turistas facilidades para trasladarse al archipiélago. Todo ello, por supuesto, de acuerdo con precios competitivos y ajustados. Los inminentes desplazamientos de Navidad y Año Nuevo serán la primera prueba para determinar si la mala noticia de la retirada de Air Berlin es aprovechada por otros para hacer negocio fácil.