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Multiculturalismo

Los atentados llevados a cabo por el fundamentalismo islámico están resucitando como es natural el ya viejo debate sobre el multiculturalismo. El líder del PP catalán, García Albiol, ha simplificado el conflicto en términos hirientes y poco aceptables pero no se le puede descalificar apriorísticamente cuando el problema, planteado descarnadamente por el poco sospechoso politólogo Giovanni Sartori, está todavía por resolver.

Como es conocido, Sartori, en su polémico ensayo "La sociedad multiétnica" (Taurus, 2001), somete a crítica el proyecto de sociedad multiétnica y aboga por una política de inmigración que sepa distinguir entre aquellos extranjeros susceptibles de integrarse en la sociedad receptora y aquellos otros para los que las diferencias religiosas o étnicas se erigen en "extrañezas radicales" y acaban formando guetos que se aíslan e incomunican, por lo que se mantienen voluntariamente al margen del cuerpo social, con los riesgos que ello comporta.

En el fondo, lo que propone Sartori es repensar el pluralismo, que defiende a capa y espada, pero que no consiste en aceptar acumulativamente a los diferentes sin más sino en buscar fórmulas democráticas creativas de cooperación entre ellos. Ello requiere transversalidad y mestizaje, que no pueden lograrse si existe una indeseable compartimentación voluntaria, que es contraria a los valores sobre los que se sustenta nuestro modelo de civilización.

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