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Cuaderna

Memoria histórica: A todas las víctimas

En mi etapa de senador (2008-2011) y como portavoz de la Comisión Constitucional del Senado, me tocó intervenir en el debate sobre la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. No voy a reproducir el contenido de mi intervención, cuyo reflejo está en el diario de sesiones del Senado. Sí me interesa transmitir tres aspectos claves que deberíamos tener presentes para acabar, de una vez por todas, con el debate de buenos y malos, rojos y fachas, vencedores y vencidos? No hay que olvidar que tan perversa es la historia contada durante el régimen franquista en relación a la Guerra Civil, sus causas y consecuencias, como perversa es la mitificación de la II República que, a día de hoy, hacen mayoritariamente los partidos izquierda, manipulando la historia real de los hechos producidos antes, durante y después de la contienda del 36. Dicho esto, y tal como hemos apuntado antes, quiero empezar este comentario afirmando que:

a) Es de toda justicia que los familiares de la víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, puedan localizar dónde están enterrados sus seres queridos para exhumar sus restos y darles digna sepultura según sus creencias.

b) Es de toda justicia que el recuerdo de las víctimas aparezca en el memorial que hoy puede verse en el cementerio de Palma de Mallorca y que se celebre anualmente un acto de recuerdo y ofrenda.

c) Es de toda justicia que los poderes públicos propicien, e incluso asuman el coste, del cumplimiento de los puntos anteriores, como acto solidario y de reparación para que jamás hechos como los ocurridos, que van desde el año 1934 al año 1939, vuelvan a producirse. La Historia es la que es y los hechos son los que son.

Dejando claro estos tres pronunciamientos, lo que no me parece bien es que con la excusa de "la Memoria Histórica" se subvencionen asociaciones y colectivos que nada aportan a la investigación, localización y recuperación de las víctimas; detrayendo así fondos públicos que son necesarios para llevar a cabo la actividad de localización y exhumación de víctimas.

Lo preocupante es que hoy a punto de cumplirse 79 años de la masacre del buque prisión Atlante, en el puerto de Maó, ninguna institución haya promovido acto alguno en recuerdo de las más de 75 víctimas, vilmente asesinadas e indefensas, causadas por "milicianos del Frente Popular". Digo bien, 75 asesinatos de los cuales 37 víctimas eran religiosos y 38 civiles.

Que nadie se escandalice cuando digo "vilmente asesinados", lo hago a conciencia, pues ni se tomaron la molestia de hacer la pantomima de los "juicios populares" para determinar su ejecución. A unos, los del buque Atlante, los mataron a ráfagas de metralleta abriendo las bodegas y desde arriba, de forma indiscriminada, fueron acribillados. Otros, conducidos al cementerio de es Castell, fueron ejecutados contra las mismas paredes del recinto.

También en la Mola de Maó fue perpetrada otra masacre practicada por miembros del Frente Popular, amparados por la "honorable y democrática Segunda República". Todo cuanto digo no es invención. No añado ni quito nada, simplemente relato lo que el nada sospechoso socialista y republicano Deseado Mercadal publicó, en 1994, en su libro: "La Guerra Civil en Menorca, 1936-1939", de editorial Menorca S. A. y así, en uno de sus capítulos describe "los horripilantes asesinatos de la Mola en los días 02 y 03 de agosto de 1936". Escribe Deseado Mercadal:

"?En los días que siguieron a la tragedia tuve ocasión de hablar con alguno de los soldados que colaboraron en la tarea de recoger los cadáveres, los cuales me participaron el horror que les produjo el dantesco espectáculo que vieron sus ojos, pues muchos de los cadáveres esparcidos por el patio, habitaciones y corredores se hallaban materialmente destrozados? Dato espeluznante el del fusilamiento de doña Hercelia de Solá, cuyo cuerpo todavía agonizante fue lanzado al vacío por el peñascal de s'Esperó."

En otro punto, Deseado Mercadal recoge el relato que dejó escrito un testigo de excepción, el alférez de navío Carlos Moyá Blanco:

"? A las 8 de la tarde del día 3 de agosto, cuando la mayoría de los detenidos estábamos paseando por el patio, hicieron irrupción en él muchísimos soldados, cabos y sargentos de Artillería y de Infantería armados de fusiles, pistolas y ametralladoras que con una intensidad salvaje nos ametrallaron a mansalva?. Cuando los asesinos entraron en los pabellones, muchos fueron acribillados en el sitio donde fueron sorprendidos y otros eran sacados al patio en donde eran asesinados entre golpes e insultos." En otros párrafos de su descripción, Moyá Blanco dice: "?hubo tiroteo casi incesante hasta aproximadamente las tres de la madrugada, a esa hora cerraron las puertas de los pabellones y después de un pequeño descanso se dedicaron a rematar a los heridos del patio e ir sacando los cadáveres fuera."

Hoy la memoria justa sería levantar un monumento de recuerdo con la siguiente inscripción: 'En memoria de las víctimas de la preguerra, guerra y postguerra civil española de 1939. Paz, piedad y perdón'. Sé que no se hará. Unos porque seguirán manipulando la historia, como hizo Franco en su época, y otros por miedo a ser tachados de fachas.

Hoy más que nunca lo que sí me gustaría es que todos recordáramos el discurso "atemporal" pronunciado por Azaña en 1938, en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, en el cual clama por la reconciliación de los españoles, con las siguientes palabras: "Cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y escuchen su lección: la de esos hombres que han caído magníficamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, piedad, perdón". Hagámosle caso.

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