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Llorenç Riera

Uso y abuso de la consulta ciudadana

Tanto los excesos como las carencias pueden llegar a ser contraproducentes por igual. La participación democrática en la elección y control de las instituciones y cargos públicos no puede limitarse al ejercicio del voto cada cuatro años, pero tampoco puede consistir en llamar cada día a la puerta del ciudadano para preguntarle qué le apetece o cómo desea la realización de una determinada gestión.

Lo decimos a la vista de la nueva moda de someter a criterio ciudadano la mayoría de cuestiones ordinarias de la gestión municipal, de la que el ayuntamiento de Palma se vuelve practicante destacado. Cort se torna plebiscito antes que sede ejecutiva. ¿Había algo de concreción en los programas electorales? ¿Sólo se adquirió ante el elector el compromiso de consultárselo todo? ¿Existe miedo a gobernar y quiere descargarse tal responsabilidad sobre el votante? Son interpelaciones que podemos hacernos ante la sucesión de referéndums que está encadenando Cort.

El ayuntamiento, que ha querido que el vecino decida quién y cómo se le amenizará la revetlla de Sant Sebastià, quiere también que los titulares de la tarjeta ciudadana sentencien en votación si el experimento de las terrazas de los bares en el paseo del Born debe tener continuidad o debe finiquitarse cuando concluya su periodo de prueba el próximo mes de febrero. En principio parece más oportuno reservar las consultas ciudadanas para cuestiones más trascendentes o sobrevenidas, pero el pacto de Cort sostiene que se puede someter a criterio y decisión del vecino todo aquello que no afecte a derechos humanos y fundamentales. Declarar Palma antitaurina o demoler el monolito de sa Faxina se considera cuestión de principios y valores, las sillas y mesas del Born son minucia que se delega en la plebe porque PSOE, Més y Podemos no se atreven a fijar identidad y salvaguardar los valores patrimoniales y ciudadanos del paseo más emblemáticos de Palma.

Es posible que si el mismo Cort tuviera claro el linde entre lo público y lo privado, entre lo particular y lo colectivo no tuviera que recurrir con tanta frecuencia a "la política contando con la opinión del ciudadano" en definición de la teniente de alcalde de Función Pública, Aurora Jhadri.

No se alcanza el equilibrio en este aspecto. Gobernar es decidir, no delegar. Pilatos no es buen referente en este aspecto. En la calle Fábrica hay demasiado ruido y habrá que intervenir. Si se consultara a los vecinos el Ayuntamiento quedaría en mal lugar, pero el Born es otra historia más cosmopolita, demasiado manipulada en los últimos tiempos y sobre la que se pasean excesivos intereses. Cort se camufla en medio de todo ello y se decanta con los comerciantes y federación de vecinos por una consulta no vinculante con resultado a tener en cuenta.

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