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Golpe de Estado

Afortunadamente el último golpe de Estado que hubo en nuestro país tuvo lugar hace treinta y cinco años. Que yo sepa, no se ha producido ningún otro. Como suele ocurrir en las grandes ocasiones de la historia, todos recordamos qué estábamos haciendo cuando el coronel Tejero irrumpió en el Congreso de los Diputados. Pero para los que entonces realizábamos el servicio militar fue mucho peor, sobre todo si uno se hallaba en la Comunidad Valenciana, región donde se tramó el levantamiento militar. En el caso concreto del Regimiento "Tetuán 14" de Castellón no tengo dudas. Unas horas antes del golpe, se ordenó a los soldaditos prepararse para marchar sobre Madrid. Oficialmente se dijo que se había producido "un vacío de poder", se aleccionó a la tropa para "disparar sobre la población civil", llegado el caso, y por supuesto se instauró allí mismo la pena de muerte. Luego los soldados subieron a los vehículos militares con destino a la capital. Al cabo de un rato sonaban marchas militares por las radios de todo el país, y a veces música religiosa. Me habría encantado escuchar a "The Clash", especialmente "The call up", donde el gran Joe Strummer incitaba a la insumisión y la desobediencia total. Pero aquello era un golpe de Estado y uno tenía la sensación de estar atrapado por lo increíble, que es la esencia de los sueños y sobre todo de las pesadillas. Finalmente volvió la calma.

Muchos de los que hoy pastorean por la política española ni siquiera habían nacido en esa época, y los otros parece que han olvidado lo que fue y lo que es un golpe de Estado. Sólo así se puede entender que algunos políticos y ciertos periódicos de alcance nacional, por no hablar de la bazofia televisiva, se hayan lanzado a calificar de "golpe de Estado" lo que está ocurriendo en Cataluña. A día de hoy me siento incapaz de definir en tres palabras todo lo relacionado con el proceso independentista. Sólo sé que la cosa se les ha ido de las manos a todos, especialmente desde el error del gobierno-o mejor dicho, de su brazo ejecutor del Tribunal Constitucional-al ningunear la voluntad de los catalanes que había sido expresada en el Estatut. Es lástima, gran ocasión perdida. Porque lo que entonces se planteó como "O nos vamos, o seguimos de otra manera", ahora se ha transformado amargamente en "O nos vamos, o nos vamos". Por no querer aceptar lo primero, España debe apechugar ahora con lo segundo. Pero sea lo que esto sea, no es un golpe de Estado. Hay que tener una mala fe enorme, o ser estúpido e ignorante para calificarlo así. Desde el 23 F yo sé que con los tanques no se juega. No quiero volver a verlos. Y en Cataluña no ha habido tanques en la calle, ni penas de muerte en los cuarteles ni órdenes de disparar sobre la población civil. Estas salvajadas suelen venir de algunos de los otros. ¿Cómo pretenden encima que les queramos como si fuéramos nosotros?

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