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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Fuera terrazas del Borne

El atractivo siempre otoñal del Borne palmesano se concentra en su desnudez, en la calva combada que parece denunciar la curvatura del planeta. O del Universo entero. Así ocurrió hasta que la fealdad añadida de las terrazas de pago ha desprovisto al Paseo de su personalidad. La mínima reivindicación de la estética frente al negocio acarrea en Mallorca repercusiones penales, de ahí el reconfortante comunicado de la Federación de Asociaciones de Vecinos contra "cualquier presencia" de sillas y mesas. Han detectado la raíz del problema. En cuanto un emprendedor planta la sombrilla inicial, el entorno está conquistado. No importa que sean las cuatro terrazas actuales o cuarenta, se expandirán hasta ocupar todo el espacio.

Un ejército de bulliciosos manteros ofrecería una atmósfera más armónica de Palma que las terrazas desparramadas caóticamente por el resucitado Isern. Tras cumplimentar un simple trámite administrativo, empresarios de la restauración adoptan medidas urbanísticas tan dañinas para la estampa ciudadana como la construcción de un edificio. La barbarie por tierra, mar y aire ha conseguido que la Catedral sea invisible desde el Paseo Marítimo. La mayoría de terrazas, en especial las correspondientes a franquicias, son más desagradables que una instalación artística contemporánea, aunque tal vez estamos dramatizando.

El peor enemigo de un urbanismo serio es la buena voluntad. Cort se jactó en su día de la reconversión de la calle Fábrica en un "eje cívico peatonal". Bajo este sarcasmo, los peatones se han comprimido en un desagüe central que se mide en centímetros. Se desenvolvían con mayor holgura cuando los coches campaban a sus anchas, ahora tienen que sortear a clientes a quienes les ha dado por cruzar las piernas. Se ha convertido al paseante en un atractivo turístico. Se le debería poner un collar a la entrada, el desfile de los simios. Por tanto, hay que despejar el Borne para contrarrestar el imperio de comercios impersonales, que han transformado sus laterales en un linfático duty free aeroportuario. Cort no ha de incrementar la negación de Palma, aparte de demostrar que algo cambió en mayo.

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