La Feria de Turismo de Londres de este año ha servido para confirmar la tendencia al alza de las reservas de turismo británico que se viene produciendo desde hace varias temporadas. También para promocionar el cicloturismo dentro de este mercado y confirmarlo como oferta válida para seguir avanzando en el reto de ampliar los meses del año en que somos concebidos como destino para los viajeros.

Sin embargo, la World Travel Market de 2015 será recordada sobre todo por el choque público mantenido por la presidenta del Govern, Francina Armengol, y el ministro de Industria y Turismo, José Manuel Soria, a cuenta de la actitud beligerante que mantiene este último con respecto a las inversiones estatutarias que obligan a destinar fondos para infraestructuras turísticas a nuestro archipiélago.

Nada de cuanto se hace en Balears es del gusto o la aprobación de José Manuel Soria. Ni en Industria ni en Turismo. Da lo mismo que lo realice un Govern con el que tenga afinidad política o que se trate de otro de ideología diferente al PP en el que milita el ministro canario. Eso sí, concede subvenciones a su archipiélago de origen y las niega a Balears. Canarias hace honor al tópico de su apelativo de islas afortunadas en este sentido. Acaba de recibir seis millones de euros de subvención y en cambio el ministro Soria ha negado en Londres más aportaciones del convenio de remodelación de la Platja de Palma porque, dice, no se han justificado las entregadas hasta ahora. De nada ha servido que el vicepresidente Barceló le haya explicado la parte ejecutada y justificada y la voluntad de renegociar la pendiente. Soria castiga al Ejecutivo actual -a Balears, en definitiva- por lo que no ejecutó Bauzá, y retiene 63 millones. No resulta descartable que detrás de todo ello se amague una estrategia para guardar en Madrid 800 millones de inversiones estatutarias que vienen obligados por ley orgánica. El Consell de Govern del viernes pasado tomó la decisión de interponer una demanda, por la vía de lo contencioso administrativo, para reclamar los fondos comprometidos y que ahora el Gobierno Rajoy ningunea.

José Manuel Soria es el ministro que critica la ecotasa con dureza en Londres y sin embargo ha subido como nunca el IVA turístico. Cuando se le interpela por la diferencia de criterio con ambos tributos sostiene que gravó el IVA porque España estaba al borde del rescate y no atribuye el mismo alivio financiero a la ecotasa. Para más inri, todas estas cosas ocurren con una mallorquina, Isabel Borrego, al frente de la Secretaría de Estado de Turismo.

Al ministro Soria ya no le gustó que el Govern Bauzá se opusiera a las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo, una iniciativa que es pura afrenta a los intereses turísticos y medioambientales de Balears. Apeló a unos beneficios generales en términos muy discutibles, del mismo modo que tampoco se entiende su silencio ante las peticiones de cogestión aeroportuaria.

Resulta muy difícil hallar una sola actuación del titular de Turismo en beneficio de estas islas, que aportan grandes ingresos por turismo al conjunto de España. Hasta Miquel Ramis, el diputado del PP ahora aspirante a senador, declaraba hace pocos días a este periódico que Soria le había vetado como secretario de Estado de Turismo porque temía que pudiera hacerle sombra, al ser el mallorquín un profundo conocedor del ámbito turístico. Todo este conjunto de comportamientos desemboca en una actitud incomprensible y de resultados nefastos. Resulta inadmisible que el titular de Turismo, lejos de la normalidad y la cordialidad, mantenga una posición de constante rechazo hacia el potencial y la realidad turística de Balears.