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Llorenç Riera

Hacia el salario de subsistencia

Cada vez resulta más complicado ganarse el pan con el sudor de la frente y, de paso, dignificar la ocupación laboral. Por dos motivos fundamentales, uno, la escasez de trabajo, otro, muy particular de Balears, la temporalidad y la ocupación parcial. Es, en buena parte, la consecuencia de la última reforma laboral del Gobierno y de las enormes dificultes con que topa la recuperación económica para repercutir en los ingresos de los asalariados. Es también un efecto irreversible, una especie de círculo cerrado vicioso porque, de este modo, los trabajadores tampoco pueden arrimar el hombro en beneficio de la bonanza general de las finanzas.

Las nóminas se devalúan. Van a la baja al amparo de unas decisiones y unos comportamientos que no se circunscriben en exclusiva al ámbito económico. La política y los comportamientos de gestión empresarial tienen mucho que ver con todo ello. Los sueldos generalizados del bienestar común se esfuman poco a poco. Ahora la tónica es que, quien logre incorporarse al mercado laboral lo haga en base a unos sueldos de conformidad forzada por la subsistencia. Es una realidad que ha permitido a la respetable Cáritas -excepto para el ministro de Hacienda- alertar sobre el creciente colectivo de trabajadores pobres. En ello estamos.

Los datos de la última encuesta de población activa del INE son poco alentadores por lo que respecta a Balears y vienen a confirmar todo lo dicho antes. Hoy hay 65.000 residentes en este archipiélago que perciben un sueldo inferior a los mil euros, es la quinta posición más baja de las comunidades españolas, sólo por encima de Extremadura, Canarias, Murcia y Andalucía.

Mientras que el salario medio se sitúa en los 1.881 euros brutos en el conjunto de España, en Balears se queda en los 1.707,5, muy lejos de los envidiables 2.272 euros de Madrid o los 2.147 del País Vasco. También se puede apuntar que en este archipiélago residen 18.700 privilegiados que logran ingresar un salario de 3.358 euros al mes pero, insistimos, la tendencia media es claramente a la baja en Balears por contra de lo que acaba ocurriendo en el conjunto de España. Pasa, ni más ni menos, en la comunidad líder en cuanto a la generación de empleo. Neto pero precario.

Tenemos por tanto otra vez argumentos de sobra para apuntar que no se trata únicamente de cantidad, sino más bien de calidad y contenido. También para confirmar, por si acaso hiciera falta, que los efectos crecientes de las buenas temporadas turísticas de los últimos años no se ven reflejados en los ingresos de los trabajadores vinculados al sector ni en el conjunto de la economía. Es una contundente disfunción que habrá de corregir en un momento u otro porque el crecimiento de la precariedad va en detrimento de la evolución humana y del imprescindible equilibrio social.

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