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ACarme Riera le han dado el Premio Nacional de las Letras, un galardón que se merecía hace mucho, desde poco después de que comenzase a escribir esa doble decena larga de novelas que la ha llevado hasta la Real Academia Española pero, ¡ay!, no al Institut d'Estudis Catalans. Algo en verdad extraño porque Carme Riera ha escrito y publicado todas sus novelas en catalán pero ya se sabe lo raras que son las instituciones culturales en este país, dentro y fuera de Cataluña. En especial los institutos y las academias. Aunque se diría que también los autores porque la actual premiada con el Nacional de las Letras publica en castellano cuando se trata de ensayos y no de novelas. La propia autora explica por qué es así: la creación literaria se escribe en la lengua materna; los estudios eruditos en la que haga falta. Doy fe de que es de tal suerte. En mi terreno de especialización académica o bien publicas en inglés o es como si tirases el trabajo a la papelera. Bueno; cabe consolarse: igual le sucedió al principio nada menos que al padre de la genética, al monje agustino Gregor Mendel.

Las entrevistas que ha concedido Carme Riera tras recibir el premio son modélicas. En ellas la autora de La meitat de l'ànima, por poner un solo ejemplo, dice cosas tan sensatas que tira por los suelos la imagen del escritor como sujeto anárquico y un tanto pintoresco. Podría pensarse que habla como profesora de literatura y no como novelista. Si se pone uno a ello, en realidad esas dos profesiones son, más que complementarias, antagónicas; es posible, desde luego, ser un excelente profesor y a la vez, qué sé yo, un poeta magnífico pero por lo general chocan de frente las facetas de creador y de intérprete. Quizá sea ésa otra de las explicaciones del papel de las dos lenguas de Carme Riera a la hora de ponerse a escribir. Sería un ejercicio interesante el de pedirle que, a título experimental, escribiese una novela o al menos un cuento en castellano por ver qué sale. Y si rizamos el rizo, se le podría pedir que lo explicase luego como profesora de literatura pero ahora en catalán. Igual descubríamos cómo se desarrollan los entresijos de lo que es del todo natural, la lengua materna, y su uso.

Carme Riera contaba ya en su historial con la mayor parte de los premios de prestigio a los que puede aspirar un autor de lengua catalana, desde el Prudenci Bertrana al Sant Jordi. Pero el que acaba de recibir tiene un sentido paradójico que alcanza la belleza casi suprema. Se llama Premio Nacional justo cuando más se está utilizando ese adjetivo como arma de batalla en términos políticos. Si Maquiavelo existiese podría pensar que se tata de lo mismo, de premiar a una autora catalana con el premio que lleva el nombre de nacional desde fuera por molestar, pero se equivocaría. En una ocasión viví ese premio desde dentro, como jurado, y puedo dar fe de que a Carme Riera se le ha dado el Nacional por lo que es: una novelista magnífica en su lengua materna que, de paso, va y ejerce de profesora de literatura española.

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