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Llorenç Riera

Imagen y control de la Policía de Palma

El goteo se ha vuelto ya insoportable para la ciudadanía y asfixiante para un Ayuntamiento y un cuerpo policial que, en su conjunto, aunque sólo sea por cuestiones de buena imagen, no puede ser arrastrado por la corrosión de un reducido grupo de agentes corruptos. Habrá que tomar pues, sin demora posible, las medidas necesarias para cortar el nefasto goteo y reconducir la situación lavando la imagen de la Policía Local de Palma. Por supuesto, Cort es quien tiene más que decir en ello y a quien le corresponde tomar las medidas oportunas.

Veremos si esta vez la reestructuración del cuerpo policial anunciada ayer por la edil de Seguridad Ciudadana, Angélica Pastor, va en serio. El problema se arrastra desde hace demasiado tiempo y no puede ser transferido de nuevo.

Nueve agentes más de la Policía Local de Palma han sido detenidos bajo una acusación que, por desgracia, no es nueva en la casa, la de extorsionar a empresarios de la negocios de ocio nocturno. Son miembros de la Patrulla Verde, al igual que el resto de detenidos en intervenciones anteriores y que, por lo que se sabe, resulta presumible que tras pasar hoy a disposición judicial, ingresen en prisión.

En total suman ya una treintena los imputados en la trama. Las investigaciones policiales realizadas a instancias de la fiscalía Anticorrupción han permitido recopilar información de dos decenas de empresarios que han explicado cómo se realizaban las extorsiones denunciadas y cuáles han sido sus efectos y agravios.

En contra de lo que se conocía hasta ahora, las corruptelas no se limitaban a la Platja de Palma. También se extendían al Paseo Marítimo, la zona de Gomila y hasta los locales de ocio ubicados en los polígonos industriales de la periferia palmesana. Más que en grandes establecimientos, el escenario de actuación preferente se dirigía hacia los pequeños bares con extorsiones económicas a cambio de pasar por alto presuntas irregularidades o, al contrario, aumentar el control inspector si el empresario no se plegaba a las exigentes de los agentes indignos del uniforme que llevan. También se usaba como elemento de presión o gratificación, según el caso, un sistema de alertas sobre los controles a realizar y la emisión de certificaciones falsas de revisiones que aparentaban corrección. A algunos mandos, caso del comisario Rafel Estarellas, se les imputa una pasividad que viene a ser colaboración, es decir, conocimiento de cuánto ocurría y ninguna medida para evitar los hechos. En la misma línea, la edil Pastor apunta que "parece difícil que los responsables políticos anteriores no tuvieran conocimiento de las irregularidades.

Pastor también apelaba a la presunción de inocencia y a la imposibilidad de que "una minoría" de agentes ensucien la imagen del cuerpo. De eso se trata, de aclarar las cosas de una vez por todas, de exigir responsabilidades si de verdad las hay y de dejar en el lugar que le corresponde la operatividad efectiva y el buen nombre de la Policia Local de Palma. Otras veces se han anunciado estas intenciones. Ha pasado el tiempo y el problema se ha ido agravando. Sólo cabe esperar que ahora se resuelva de modo eficaz.

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