Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Eduardo Jordà

Muerte de un caballo

En un taxi, que he cogido no porque sea mi medio de transporte habitual -qué más quisiera-, sino porque no me encuentro muy bien y no me veo con fuerzas de coger el autobús, oigo a un locutor despotricando contra el hombre de Manacor que mató a latigazos a su caballo. "Ese hombre es un degenerado, un salvaje, una mala bestia", dice, "y se merecería estar en la cárcel todo el tiempo que haga falta". Y luego, después de felicitar a la jueza que ha mandado a la cárcel a este hombre, el locutor se pone a insultar a los jueces que en estos últimos años no han castigado como se merecían a los cazadores acusados de haber ahorcado a sus galgos, o a un hombre que había matado a un perro, a tiros, en medio de la calle. "Esos jueces son unos cobardes y unos sinvergüenzas", dice el locutor, que se va inflamando más y más a medida que el taxi se abre paso entre atascos y semáforos.

Comprendo que este locutor esté indignado con el hombre de Manacor que cometió la salvajada de matar a su caballo. Y comprendo que la jueza lo haya enviado a la cárcel. Hasta aquí, perfecto. Pero lo que no comprendo es que en estos últimos tiempos haya habido conductas muy graves que han causado la muerte de seres humanos y que no han recibido ningún castigo equiparable al del hombre de Manacor. Pienso en el caso de un conductor al que le habían retirado el carnet y que atropelló y mató en Madrid a un ciclista que iba a su trabajo. El conductor no se bajó a socorrer a su víctima, sino que la arrastró varios metros y luego huyó. Si no llega a ser por un testigo que vio lo que pasaba, ese conductor negligente -que ya había perdido el carnet por conducir borracho y de forma temeraria- ni siquiera habría sido juzgado. Pero lo sorprendente del caso es que la única condena que recibió ese conductor fue un año y tres meses de cárcel, que no tuvo que cumplir porque nadie va a la cárcel por una condena menor de dos años, a no ser que tenga antecedentes penales (y este buen hombre -por llamarlo de alguna manera- no los tenía). Ah, se me olvidaba: también tuvo que pagar una multa de 1.800 euros. ¡1.800 euros, por conducir sin carnet y haber matado a un hombre!

Y ahí es adonde me gustaría ir a parar. Me parecería muy bien que se castigase de forma contundente a quien mata a su perro o a su caballo, pero no me parece tan bien que delitos mucho más graves -porque han causado la muerte de un ser humano- reciban condenas más bien simbólicas o en todo caso muy leves. Comprendería -insisto- que el hombre de Manacor fuera una temporada a la cárcel, siempre que ese conductor irresponsable de Madrid también fuera encarcelado durante mucho tiempo y encima tuviera que pagar una indemnización sustanciosa, y no los miserables 1.800 euros que le han correspondido. Porque tal como están las cosas, y mientras no haya una legislación clara y rotunda en todo el país, ahora mismo se dan determinadas circunstancias en las que una vida humana vale mucho menos que la vida de un animal. Y mientras eso siga siendo posible, viviremos en una sociedad que no es ni tan civilizada ni tan sensible como nos gustaría creer que es, por mucho que protejamos a los animales y los queramos y cuidemos. Porque yo diría que matar a un ciclista, cuando uno conduce sin carnet y luego huye del lugar del accidente, es un acto bastante peor que haber matado a palos a un pobre trotón porque no había sido capaz de ganar una carrera. Ya sé que mucha gente me considerará un salvaje -y además un agente de la CIA- por decir una cosa así, pero todavía conservo un cierto criterio moral que me permite poner la vida de un hombre por encima de la de un caballo. Y por cierto, no me olvido de citar aquí a los cuatro directivos de Novacaixagalicia que se concedieron indemnizaciones gigantescas en un momento en que su entidad estaba pasando por problemas muy graves, y a los que la justicia sólo ha castigado con dos años de cárcel, de modo que ninguno de ellos tendrá que ir al talego. Enhorabuena.

Cada día hay más gente joven que no tiene hijos porque cree que es muy difícil criarlos. Pero esta gente se gasta cantidades inmensas en cuidar a sus perros -cosa que me parece muy bien, ojo-, lo que indica que muchos de nosotros estamos desplazando nuestra capacidad de amar desde los niños hacia los animales. No sé si esto es bueno o malo, pero sin duda tendrá consecuencias para todos nosotros. Y a la larga quizá no nos haga tan sensibles y civilizados como no gustaría creer que somos.

Compartir el artículo

stats