El concepto de democracia es muy antiguo y a la vez moderno. Los griegos parece ser que fueron los primeros en descubrir el concepto: gobierno de la sociedad por una mayoría. Su principal impulsor fue Pericles, que fue el líder del partido demócrata en Atenas y vencedor de la segunda guerra persa. El pueblo está preparado para autogobernarse y así está, por medio de sus representantes en todas las instituciones. Es moderno también, porque, una vez desaparecida la democracia ateniense, es el siglo de las luces que de nuevo lo redescubre y lo implantó por medio de Montesquieu y Voltaire. Todo esto no tiene importancia como objeto de un artículo de opinión, pues son conceptos que se encuentran fácilmente en Internet, esa nube de conocimientos que para mí aun resulta increíble. No obstante, apenas a dos meses de las elecciones generales pienso que es bueno recordar el concepto.

La democracia es el sistema de gobierno social menos malo y por ello es adoptado por casi todas las sociedades, especialmente las de occidente. Recuerdo una canción de la época de la transición que, entre otras cosas, decía que un pueblo no es una maleta que se deja en la estación a merced de cualquiera, como se demostró posteriormente. La masa, en su mayoría, sabe perfectamente lo que desea y así lo manifiesta en las urnas. A dos meses de las elecciones, todos los partidos políticos realizan actos que los acercan al pueblo para de esta forma influir en su decisión final.

En un programa de la televisión se hablaba de la "cintitis", haciendo referencia a la gran cantidad de actos que se realizan en inauguraciones de servicios. De todos los partidos políticos se puede hablar de "cintitis", pues, si no cortan cintas sus comparecencias ante los medios es casi diaria. Cada partido presenta su programa, que si sale elegido deberá cumplir, pues si no lo hace el pueblo se lo demandará en las próximas elecciones, pues habrá sido objeto de un engaño. Los programas deben cumplirse. De ello dan buena cuenta los medios de comunicación, especialmente en estos días a dos meses de las elecciones, pero el pueblo en su mayoría sabe muy bien lo que desea. No es instintivo. Es un sometimiento de los hechos a un raciocinio colectivo que da, también, una respuesta colectiva. Humanum est errare, pero la colectividad en su mayoría no suele errar. Eso debemos esperar el próximo día 20 de diciembre, hasta unas nuevas elecciones en las que se corregirán los defectos en que hayan incurrido los elegidos próximamente.

(*) Exdecano del Colegio de Abogados de Balears (ICAIB)