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Llorenç Riera

Contagio pecuniario de la sanidad

Peligro de contagio general del sistema. La robustez y la operatividad de la sanidad pública no resulta siempre compatible con el deterioro o menosprecio de los derechos laborales de quienes se ganan el sustento en ella. Está a punto de demostrarse otra vez. El nuevo retraso en el pago de la carrera profesional a los funcionarios que trabajan en dispensarios y hospitales está destemplando, todavía más, el cuerpo general de todos los elementos que lo componen. Los centros de salud y los quirófanos son los más expuestos a padecer las principales secuelas. Mejor dicho, si así es, lo será en mayor medida el paciente que no verá aliviadas listas de espera ni preoperatorios.

Los sindicatos están incrementando y convirtiendo en crónico el nivel de sus protestas. El Govern también estanca su posición. Cuando los usos saludables aconsejan recetar diálogo y templanza, los agentes sociales dan a entender que no se presentarán a la próxima mesa sectorial de Sanidad que, entre otras cosas, debería debatir la apertura de los PAC por la tarde y la prolongación de los horarios de intervenciones quirúrgicas. El Ib-Salut, lejos de inquietarse, amaga con entenderse directamente con los coordinadores de cada centro. Entonces viene la pregunta clave desde el punto de vista de los profesionales sanitarios: porqué si no hay dinero para pagar el plus de carrera profesional puede haberlo para atender la dilatación de horarios. Será que las listas de espera pesan mucho, pero un médico o enfermero descontento, por muy profesional que sea, no infunde mucho ánimo en el paciente.

Conflicto de grueso calado. En la legislatura pasada fue la Educación y en esta puede ser la Sanidad cuando la docencia todavía no ha cerrado, ni mucho menos, sus cicatrices. La Assamblea ha decidido en votación mantener la convocatoria de huelga. El Sindicato Médico es quien se muestra más beligerante estos días con respecto a un Ib-Salut al que acusa de no haber respetado los acuerdos firmados ni el derecho a la negociación. Ocurre a la par que vuelven a fluir las peonadas. Se cuenta desde el anonimato que se ofrecen hasta 300 euros por jornada a los médicos dispuestos a trabajar por la tarde, al tiempo que por otro lado se cuestiona que haya disponibilidad de recursos humanos suficientes para poder hacerlo. Hay 4.300 trabajadores sanitarios en vilo y muchos pacientes instalados en el escepticismo o la incredulidad.

La próxima mesa sectorial de sanidad puede ofrecer una imagen poco reconfortante. Aunque disponga de todas sus patas resultará coja si mantiene parte de sus sillas desocupadas. La sanidad pública de Balears, con el Govern y sus trabajadores de por medio, necesita enderezar su rumbo. No puede instalarse en situación de crónico conflicto. Ni ella se lo merece, ni quienes acuden a sus servicios, ni quienes los hacen operativos. Todo hace pensar que los próximos días pueden resultar decisivos para determinar la dinámica que se instalará en el sector pero, hoy por hoy, el pronóstico no resulta alentador. Los ambulatorios y los hospitales serán escenario de protestas y reivindicaciones de sus trabajadores.

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