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Programas adaptativos

"Podemos busca con urgencia un plan para recuperar el rumbo". Es un titular de la prensa madrileña de ayer, que precede a una información en la que se comunica al auditorio que, después de haber renunciado al programa radical de izquierdas con que concurrió a las elecciones europeas, después de haber eliminado el sistema asambleario de toma de decisiones con que sedujo a toda una clientela joven hoy desengañada, después de haber renegado de la ubicación izquierdista y declarado que aspira a la transversalidad y al centrismo, Pablo Iglesias busca ahora a la desesperada un programa-milagro con que recuperar el prestigio perdido y la audiencia que ha desertado del oportunismo populista. El fracaso de Podemos en Cataluña su alianza con ICV ha obtenido menos votos que los que logró en solitario la formación catalana en 2012 ha sido resonante y probablemente marque el declive definitivo de una formación que ha creído que la ambigüedad engañaría a alguien en este país. De momento, según las encuestas, sólo Rajoy consigue peor nota que Iglesias.

Un periodista ha llamado a Pablo Iglesias "equilibrista en apuros", y es difícil encontrar mejor definición. También, para ponderar el personaje, viene a cuento aquel chascarrillo de Grucho Marx: "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros". En cualquier caso, su negativa a formalizar una convergencia de izquierdas con IU y otras organizaciones porque, a su entender, ello imposibilitaría obtener una masa crítica significativa que le permitiera gobernar parece una broma de mal gusto que terminará de ubicar a cada cual en el nicho correspondiente en los escalafones de esta sociedad madura.

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