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Llorenç Riera

El Govern se desgrapa de las terapias Kovacs

Priorizar. Esta es la palabra comodín utilizada por el Govern Armengol para justificar y explicar casi todas las decisiones y actuaciones de sus primeros cien días de gestión. Es la misma que le ha servido para desvinculase de la Fundación Kovacs, un recurso cómodo que sólo amortigua en términos de concepto expresivo la desproporción de haber destinado en una década 9,4 millones del erario público a las terapias alternativas para quienes padecen dolencias de espalda y cuello.

El Govern que prioriza y por tanto no puede pagar la carrera profesional a los funcionarios, mayoritariamente de sanidad, por la misma regla de tres debe dejar morir el concierto con la Fundación Kovacs. La coyuntura le ha venido como anillo al dedo. Francina Armengol y Biel Barceló ya no tendrán problemas para saltar de los órganos de dirección de la fundación dedicada a la neuroreflexoterapia. Quien deja de pagar, pierde sus méritos.

El Ib-Salut ha comunicado a Kovacs que cuando venza el actual concierto, el próximo mes de diciembre, no será renovado. Juli Fuster dice que los tiempos no están para terapias alternativas y que ahora toca avanzar en la concreción, definición y ordenación de la cartera de servicios del sistema de salud público. Kovacs, por su parte, advierte de que la ruptura significa una pérdida de ahorro de 4 millones y lamenta la desconsideración hacia una técnica que da por válida y reputada. No consigue sin embargo contestar a la ausencia de la neuroreflexoterapia del sistema nacional de salud. Dice que obedece a "intereses oscuros".

No conviene frivolizar con el dolor ajeno. Tampoco con el despilfarro del dinero de todos. Quien haga una o ambas cosas, merece sufrimientos específicos como castigo por haber pisoteado dignidades personales y seriedad colectiva. Pero deberemos admitir que la técnica sanitaria de las grapas, tal como se ha gestionado, entre quienes la han practicado y quienes la han alimentado con el dinero público, tienen abundantes puntos oscuros que se prestan al contagio del decoro y la salud colectiva. Porque el trato preferente y el cultivo de las élites sociales con fondos públicos pone de los nervios y daña la salud social. El Ib-Salut debía haber ordenado su catálogo mucho antes. Todos habríamos ganado bastante en ello, en nuestra doble condición de paciente y de contribuyente.

Quien acude a una técnica sanitaria como la de la neuroreflexoterapia lo hace, por regla general, porque ha fracasado en otras terapias más comunes. Deberemos comprender por tanto la inquietud que pueda provocar la extinción del concierto con Kovacs para el gran número de pacientes que han confiado en él. Desde 2011 su instituto ha realizado 10.722 con cargo público. El Ib-Salut recuerda que dispone de servicios propios de rehabilitación, fisioterapia y tratamiento del dolor. Los tiene desde hace tiempo y sin embargo delegaba con manos generosas sobre la Fundación Kovacs. En el trance nos hemos vuelto a dar cuenta de que no se practica una terapia especifica para hacer frente al mal uso doloroso del dinero de todos. Quizás resultara más eficaz una vacuna preventiva.

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