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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La emisión de Volkswagen

Los coches son ya más inteligentes que la mayoría de sus conductores. El escándalo de Volkswagen demuestra que el primer fabricante mundial ha logrado que sus vehículos también sean más sabios que las autoridades estatales encargadas de vigilarlos. El paso siguiente para la industria consistirá en el control eterno a distancia de sus máquinas, con la posibilidad de desactivarlas o sacarlas de la carretera a voluntad. El ciudadano paga por triplicado. Abona un suplemento por un producto respetuoso con el medio ambiente, sufraga los mecanismos públicos de chequeo, y sufre en salud la farsa de los escalones anteriores que dispara la contaminación nitrosa. No obtiene ni un solo beneficio a cambio de su dinero y su bienestar.

Odio los coches, excepto el Golf. La Marca Alemania se ha degradado a la altura de otra Marca que omitiremos por discreción. Hasta Der Spiegel concluye que "ha llegado el momento de que la industria alemana se apee de su arrogancia y su complacencia". La revista cita los dos vicios contra los que en su día advirtió el depuesto presidente de Volkswagen, en su guerra por desbancar a Toyota. Ahora se distrae al consumidor con el señuelo de indemnizaciones holgadas. No queda claro si se limitarán a los compradores de coches, porque los damnificados son los ciudadanos que respiran los gases tóxicos. Cuando ocurre algo similar con la carne de caballo, se retiran las partidas contaminadas. A fecha de hoy, siguen circulando los vehículos que incumplen la legislación y cuadruplican los niveles de contaminación tolerados.

Sorprende la autodestrucción de Volkswagen, con tanto a perder. Dedica más dinero a la investigación que la suma de Google y Apple. Por tanto, ha consagrado un laboratorio multimillonario a perfeccionar el software de una de las mayores estafas contemporáneas. Algún día se rodará una película sobre los ingenieros que manipulaban las emisiones, en un ambiente tan distinto de los chamizos donde se reprocesa la droga. Desmentida la patraña de que la sociedad electrónica trabaja a favor del individuo, desaprensivos así serían capaces de montar una guerra con causas inventadas en Irak. O en Siria.

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