Diario de Mallorca

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Llorenç Riera

Definición, interés y usos urbanísticos

Es una de las discusiones periódicas que estamos obligados a afrontar. El modelo urbanístico de Mallorca no está consensuado. Carece de confluencia entre los poderes políticos, los agentes sociales y los intereses económicos y empresariales. Todo ello muy legítimo, pero también muy desordenado. En consecuencia, de tanto en tanto, debemos repensar qué hacemos con el suelo de Mallorca, hasta dónde se puede edificar y si cabe intervenir por igual demanda y oferta.

Vuelve el momento de encarar el debate. Era de esperar después del vuelco político de las pasadas elecciones. No es una cuestión restringida al sector de la construcción por mucho que éste, evidentemente, sea el más afectado. Encuadrar la situación actual y el futuro del urbanismo en Mallorca comporta, por necesidad, vertientes sociológicas, demográficas y medioambientales.

Diario de Mallorca avanzaba el domingo la pretensión del Consell de eliminar ocho millones de metros cuadrados, unas 809 hectáreas, de suelo urbanizable. Hacerlo comportaría el establecimiento del crecimiento cero en la isla. La polémica y el debate ya están servidos. Como resultaba presumible, el sector de la vivienda ha sido el primero en entrar en él. No lo ha hecho con medias tintas. Considera poco menos que temeraria la intención del órgano insular, hasta el extremo de tacharla de "locura". Constructores, promotores y aparejadores vienen a ponerse de acuerdo para concluir que establecer hoy el crecimiento cero en Mallorca significa abonar el pelotazo en la construcción porque el escaso suelo urbanizable que existe está concentrado en muy pocas manos. Este problema se acentúa en especial en los municipios de Calvià y Palma.

Es la falta de previsión y regulación continuada en el tiempo añadida a la carencia de objetivos claros de futuro. Primero por parte de la Administración que siempre improvisa y crea inestabilidad y después por parte de un sector que está más interesado en el negocio que en el conocimiento de los límites que imponen la demografía y el territorio.

Esto no significa que carezca de razón al señalar ahora los problemas puntuales y nada menores que le afectan. Teme el traslado a Mallorca del colapso ibicenco en el que los alquileres se van por las nubes impulsados por la falta de vivienda en venta. También toman conciencia de que el despegue actual de la construcción, si se extingue el suelo urbanizable, se acabará el día que concluyan las reformas de hoteles porque la rehabilitación de casas tiene un tope muy limitado si no va pareja a ayudas oficiales. Las viviendas de segunda mano dispone así mejor futuro. Quedan muchas cosas por redefinir.

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