El título de este artículo no se refiere, como algunos puedan pensar, al famoso salto del tigre sino al gran salto que hizo el mosquito tigre (Aedes albopictus) a nuestras islas. Hace unos años este tipo de mosquito, original de los países asiáticos, no existía en nuestro país. Pero en 2004 fue detectado por primera vez en Cataluña y puso en marcha un intensivo programa de salud pública dedicado a la detección rápida, seguimiento y control de las zonas de alto riesgo. Como cabría esperar de los mosquitos, todas las acciones encaminadas a su eliminación, fumigaciones, insecticidas y control de plagas, no consiguieron acabar con él.

Es muy posible que este salto no haya sido tal salto, ya que este mosquito tiene poca capacidad para volar y desplazarse por el aire. Necesita ser transportado por otros elementos; parece que los coches y en especial sus neumáticos han sido los elementos que han favorecido no sólo la llegada a nuestras islas sino su diseminación por toda la costa mediterránea. También los propios seres humanos pueden haber favorecido la diseminación del mosquito al trasportarlo de forma involuntaria adherido a la ropa o a cualquier accesorio de viaje. Lo que sí está claro es que este tipo de mosquito ha llegado a nuestras islas para quedarse y que ya no vamos a poder erradicarlo de nuestro entorno.

El mosquito tigre presenta unas características singulares y muy especiales que le hacen ser considerado como una de las especies invasoras alóctonas, es decir que no pertenecen a nuestra fauna propia, con mayor capacidad de penetración y permanencia entre la población humana. Además de picar tanto de día como de noche, no como otros, las picaduras por si mismas son tremendamente dolorosas y con gran inflamación cutánea. Como siempre, son las hembras (mosquitas) las únicas que pican movidas por su necesidad de alimentarse de nuestra sangre para poder desarrollar y completar la maduración de los huevos. En general, y aunque pueden picar a cualquier animal, prefieren al ser humano por presentar una piel mucho más fina y por ello les es más fácil llegar a las venas.

Además de ello, y a diferencia de otras especies, el mosquito tigre tiene la capacidad de infectarse y trasmitir de forma sencilla en cada picadura un número importante de microorganismos, especialmente virus, con gran capacidad para producir infecciones humanas. Sin embargo para que esto ocurra, es necesario e imprescindible que en el entorno del mosquito exista el reservorio o la especie animal infectada por este virus. Es decir cuando los mosquitos nacen, o en su estado de larvas, carecen o no transportan ningún virus, es en la fase adulta que al picar a un humano infectado pueden llevarse su virus al chuparle la sangre en el momento de la picadura.

De este modo aunque el mosquito esté presente entre nosotros su capacidad para trasmitir infecciones a los humanos es todavía limitada, aunque se han descrito brotes autóctonos de la enfermedad de Chikungunya en Francia a partir de un caso importado. Es decir si una persona que vuelve de un viaje a un país endémico en este tipo de infección u otras trasmitidas por vectores artropódicos (mosquitos), como el dengue o fiebre amarilla, es picada por el mosquito tigre, existe una posibilidad de que adquiera el virus y en una segunda picadura lo trasmita a otra persona previamente sana. De este modo se puede amplificar el proceso y dar lugar a un brote localizado. En estos momentos tenemos el vector (mosquito) entre nosotros pero no tenemos reservorios propios de los posibles virus trasmisibles con ellos.

Para evitar esta situación debería realizarse lo más precozmente posible el diagnóstico de este tipo de infecciones y controlar el entorno social y ambiental de la persona infectada (círculo de seguridad), de este modo evitaríamos los casos secundarios. Dado que el paciente generalmente no se encuentra muy enfermo, se manifiesta como un cuadro gripal, y la picadura puede haberse producido hace días o haber pasado desapercibida, el riesgo de que circulen personas en fase aguda de la enfermedad (virus en sangre) es elevada. A partir de los diez días el paciente deja de ser infectivo para el mosquito, ya que el virus desaparece de la sangre.

Si el mosquito tigre ha llegado para quedarse ¿qué podemos hacer? Inicialmente aceptar su existencia e informar de su presencia entre nosotros. Además va a ser muy importante realizar una serie de medidas generales de control medioambiental para, por lo menos, intentar reducir la población vectorial. Entre estas medidas, y además del empleo de larvicidas en los humedales, la participación ciudadana será un elemento clave. Hay que intentar no facilitarle la reproducción y la puesta de huevos y para ello deberían evitarse los acúmulos de agua en recipientes domésticos al aire libre De este modo es mucho más importante, para poder controlar a este mosquito, saber en qué zonas está criando (mapa de riesgo), ya que en general no es un insecto muy volador y es mucho más eficiente estar pendiente de los huevos que pone la hembra que controlar al mosquito adulto.

Así pues tenemos entre nosotros a un nuevo residente que ha pasado a formar parte de nuestra fauna y debemos realizar todos los esfuerzos necesarios para que nuestras islas no se conviertan en el reservorio mediterráneo del mosquito tigre. La participación de todas las instituciones públicas sanitarias y la colaboración ciudadana serán herramientas imprescindibles en la guerra frente al mosquito tigre. Es muy posible que ganemos algunas batallas pero la guerra será difícil y prolongada sabiendo que su capacidad de supervivencia y adaptación es muy superior a la del propio ser humano. Pero al menos deberíamos intentar poner en marcha un plan de contingencia que minimice los daños colaterales de esta nueva invasión turística. Del salto del tigre hemos pasado a la invasión del tigre y desgraciadamente este tigre no se puede encerrar en ningún zoológico porque pica y se reproduce mucho más rápidamente que el ser humano; somos su comida favorita.

* Doctor de la Unidad de Virología del Hospital Universitario Son Espases