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Cuenta atrás

Queda menos de una semana para? no se sabe qué. Unos se remontan a la segunda República otros vaticinan el futuro; unos hablan de ilusiones, otros de absurdos; unos se quejan de maltrato, otros denuncian favoritismos. En el amplio abanico de la información nacional aún nacional hay lugar tanto para el chascarrillo como para los aires trágicos. El espectáculo de malabares al que asistimos desde hace años parece acercarse al clásico "más difícil todavía", aunque en realidad el número no tiene demasiada dificultad. Se resume, grosso modo, en que uno de los ejecutantes va por libre, acumulando más y más platos giratorios sobre los palos, y el otro vuelve la cara hacia otro lado. El primero, con toda tranquilidad, va creando una realidad paralela paso a paso, y el segundo, por lo bajo, masculla que eso no es así; de vez en cuando saca del bolsillo un diminuto espejo y echa una ojeada furtiva.

Queda menos de una semana para unas elecciones autonómicas que, en realidad, van vestidas de otra cosa. Otra cosa que, al parecer y según lo visto, se hará carne sólo con decir su nombre tres veces. Ignoro qué será al final, pero lo que no se puede negar es que hay mucha gente a quienes este proceso ha dado un motivo para levantarse por las mañanas y actuar: quedar con los amigos, comprar banderolas, apuntarse en listas, aplaudir, cantar, sonreír a las cámaras de televisión... En definitiva, para creer que forman parte de algo que es más grande que la gris rutina diaria. Algo que podrán contar a los nietos, que saldrá en los libros de historia. Algo que hasta ahora se reviste de un aire festivo, envuelto en un halo optimista de celebración. Como la espera de unos inmensos juegos olímpicos donde a cada cual se le ha asegurado que tendrá un papel. Y lo cierto es que, tal y como está el panorama, sólo eso ya es muchísimo. Tanto como para jugarse la partida apostando a una carta todo lo que se tiene.

Donde tampoco hay marcha atrás es en el cambio climático. Debe de ser así para que los veintiocho miembros de la Unión Europea se hayan reunido sólo un día después de conocerse el último, y concluyente, informe del organismo estadounidense que estudia los océanos y la atmósfera. La propuesta europea con vistas a la próxima cumbre del clima, entre otras cuestiones, plantea para 2050 una reducción del cincuenta por ciento de las emisiones de gases productores del efecto invernadero respecto a 1990. Loable idea. Luego, como siempre, en París los acuerdos serán voluntarios, y tendremos el déjà vu de los estados ricos que silban y pasan, y los estados emergentes que les hacen coro. Y, mientras tanto, los síntomas de los males del planeta, cada vez más evidentes.

Para terminar, una verdad irrefutable: hay elogios que matan. En este sentido, las palabras de alabanza que el viernes pasado pronunció la embajadora húngara ante la valla de Ceuta son paradigmáticas.

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