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Tengo el alma en confusión...

Sin duda, sor Juana Inés de la Cruz anticipaba en unos siglos las elecciones autonómicoplebiscitarias en Cataluña, el próximo domingo, cuando escribió los versos: "En dos partes dividida / tengo el alma en confusión?". Y no creo exagerar si afirmo que a muchos, ajenos al independentismo que un sector de allá enarbola, nos sucede lo que a la visionaria monja: se agolpan las dudas sin acertar con respuestas unívocas.

Parto de unas premisas, convicciones algunas, que obedecen a una particular visión y, por lo mismo, lejos del axioma, aunque sea obligado exponerlas porque informan la perplejidad a que me refiero. Para la justicia, equidad y solidaridad, mejor borrar fronteras que perseguirlas, lo que vale para cualquier patria. Y de decantarnos por el pragmatismo, cabe recordar a Hesíodo: para las mercancías, colectivas o las de cada cual, mejor el barco grande. De ahí el cosmopolitismo y la Europa de las naciones por sobre una nostrilatría que tiene, además, los pies de barro. Claro que existen identidades culturales aunque, si asentadas, no habrían de precisar carné, límites aduaneros o pasaportes y, para ser quien se es, no es menester recurrir a nacionalismos que, por otra parte, no han sido históricamente garantes de la democracia sino todo lo contrario.

Pese a que en mi criterio el nacionalismo militante (español) o el actual independentismo catalán, en la misma línea, deban adornarse, apelar a la tradición y caminar sobre zancos para convencer a la ciudadanía de su relevancia, las opciones encontradas, centrípetas o centrífugas, se han convertido en tema recurrente por sobre los graves problemas con que nos enfrentamos, y una disparidad que podría suavizar el diálogo bajo la premisa de que todo, absolutamente todo, es mejorable, se metaforiza como choque de trenes que, termine cuando y como sea, generará frustración aunque sólo fuera porque cualquier elección, máxime si implica exclusión, supone una pérdida. El PP es en alguna medida responsable de la actual situación, pero A. Mas no les va a la zaga y su discurso está cuajado de oportunismo cuando no flagrantes contradicciones. Denosta del pasado con mención a un mandato, el de Aznar, del que su partido fue corresponsable, y se diría que la huída hacia delante tiene entre los objetivos el de difuminar la inoperancia de su gobierno, con más recortes que otras Autonomías amén de corruptelas y latrocinios, presentes y pasados, que hacen de esa su "España nos roba" una frase cercana a la paradoja.

CiU no ha mejorado un presente del que responsabiliza al vecino y, desde sus carencias operativas, construye una falacia que no le aportará más razón por el hecho de gritarla al modo de estentor: como cincuenta guerreros al unísono. Y menciono la guerra porque el radicalismo que protagoniza tiene más de un parecido con la irracional contienda. Cualquier colectivo tiene derecho a expresar su opinión; no obstante, y cuando se plantea un dilema, la honestidad exige que ambas alternativas sean explicadas hasta la saciedad y sin hurtar, en una de ellas, evidencias que podrían cuestionarla. El plan soberanista no se contempla en la Constitución que votaron en su día (y que podría tener una lectura federal), ni la secesión que se invoca sería admitida, de producirse, por la UE. Pero compruebo que los partidarios del independentismo no han puesto el mismo énfasis en estas cuestiones que en otras de cariz emocional, a la búsqueda de lo que Borges llamaría acto de fe aunque los tiempos no estén precisamente para la lírica.

Por lo demás, y de asumir el carácter plebiscitario de esa consulta, de producirse una victoria del secesionismo sería precisa, en palabras del propio Mas, meses atrás, "una mayoría excepcional, sin la cual el proyecto quedaría debilitado". ¿Qué se entiende por excepcional? ¿La "abrumadora" mayoría de la mitad de parlamentarios más uno, si así resultase? También apuntó en su día la necesidad de "una mayoría estable"; ¿por cuánto tiempo? ¿Debería constatarse dicha estabilidad por medio de otra consulta que refrendase la anterior, caso de serles "excepcionalmente" favorable? ¿Y en qué plazo? Con todo ello, no habrá de extrañar que, a pocos días de las urnas, muchas almas sigan en confusión y no me extrañaría que, entre ellas, la del propio Artur Mas, que no por ir en cuarto lugar de la lista ha cedido hasta aquí su protagonismo en la carrera, y es que nunca vamos tan rápido, sentenció alguien con buen sentido, como cuando no sabemos hacia dónde vamos; ni los instigadores ni sus corifeos o, para qué negarlo, tampoco muchos de quienes, en los partidos estatales, se disponen a competir en breve plazo y, en cuanto al tema que nos ocupa, látigo y pelotas fuera.

Quizá Artur Mas quiso ser trueno y quedará en sollozo, como dijo Miguel Hernández de otro poeta. Pero igual podría ocurrirle hoy mismo a Tsipras en Grecia y a sólo 24 horas de que en Nápoles se haya licuado (como afirman allí los devotos, con igual convicción que los devotos del independentismo) la sangre de san Genaro. En resumen: ¡vaya septiembre! Por suerte para su alma, sor Juana Inés se lo ha ahorrado.

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