La frase es bíblica, y compendia la experiencia vital de muchas generaciones: "La verdad nos hace libres". La ocultación, la mixtificación, la mentira son gérmenes de inseguridad, de enemistad, de fracaso.
Por ello, produce especial repugnancia que se diga a estas alturas, en fuentes oficiales del independentismo catalán, para justificar la pretensión secesionista, que "Cataluña fue absorbida por España contra su libertad". Es decir, que padece una especie de situación colonial. Y no hace falta ser un historiador conspicuo para conocer que esta versión de la realidad es falsa, aberrante, desquiciada. Cataluña, integrada espontáneamente en la Corona de Aragón, se incorporó al naciente concepto de España en el siglo XV mediante una simple unión dinástica, que dio lugar a un régimen de gobierno conjunto basado en la Concordia de Segovia. El Estado español, un concepto propio del siglo XIX, surgió de aquel tronco fundacional.
Engañar conscientemente a la opinión pública mediante la repetición sistemática de mentiras la táctica goebelsiana no puede conducir jamás a una democracia pletórica. Por eso, el independentismo fundado en estas y en otras falacias se ha oído también que Cataluña fue sometida por Franco contra su voluntad desembocará en un estrepitoso fracaso.
