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Llorenç Riera

La ecotasa se vuelve indiscriminada

La diferencia, como en tantas otras ocasiones, radica entre la teoría y la práctica. Es un camino difícil de recorrer. El concepto de ecotasa, aunque sea desde la discrepancia, está claro: aplicar un gravamen con tintes ecológicos y repercusión directa sobre infraestructuras turísticas a quienes eligen Balears para estancia vacacional. No es un invento nuevo, se aplica en muchos sitios, aunque en este archipiélago tienen un estrepitoso antecedente de fracaso.

Lo que ya no está tan claro es el modo de ejecutarla. Desde que el Govern Armengol dejó claro que la ecotasa era cuestión irrenunciable, se han estado barajando distintas posibilidades. Una vez más, el escollo radica en el hecho insular. Lo ideal sería poder cobrarla en puertos y aeropuertos, casi a modo de ticket de entrada a las islas, pero dado que ni el Gobierno Rajoy ni la ya privatizada Aena que obtiene pingües beneficios de Balears o la misma Unión Europea están por la labor, no queda más remedio que arbitrar otras soluciones. La principal dificultad está de todos modos en las normativas que impiden diferencias entre ciudadanos comunitarios.

Un día después de que el vicepresidente Barceló actualizara el concepto irrenunciable de la ecotasa y la voluntad de aplicarla en 2016, el portavoz Marc Pons aportó ayer la significativa novedad de que el tributo adquirirá condición indiscriminada, lo cual quiere decir que cualquier persona que contrate algún tipo de pernoctación en Balears deberá pagarla, sea residente o no. Esta es la única solución que se ha encontrado. Se insinúa, de paso, que se habilitará algún método para reintegrarla a los empadronados en las islas, pero este apartado no está demasiado claro. Ecotasa para todos, así están las cosas en este momento.

La cuestión tiene distintos ángulos de visión. El beneficio del ingreso de la aportación de los turistas, en general considerado justo y asumido desde el momento en que ellos también usan infraestructuras y servicios, se contrapone con un nuevo recargo sobre la insularidad de los residentes. Es el precio de hacer turismo en casa. El desplazamiento exterior siempre han tenido un sobrecoste para la población estable de Baleares. Ahora también lo tendrán los movimientos internos siempre que se pernocte en alcoba de pago.

Dentro de la evolución del proceso, los hoteleros mantienen su oposición a la ecotasa. Ayer mismo, Inmaculada de Benito, en nombre de la Federación Hotelera, indicó que, de un día para otro, el mero anunció de su cobro ya comporta "pérdidas millonarias". El pronunciamiento se antoja exagerado a la vista de los resultados de la actual campaña turística y de las previsiones para la próxima. Una tasa que está normalizada y asumida en muchos sitios, en buena lógica no tienen por qué comportar dificultades especiales de aceptación en este archipiélago. Ya le sobran los obstáculos que tiene que sortear para su aplicación. En ningún caso se puede permitir o tolerar un segundo fracaso.

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