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Llorenç Riera

El derecho a saber topa con el silencio

Uderecho frente a otro. El amparo legal al que se aferra una y otra vez Jaume Matas para no dar cuenta de su verdadero papel en la adjudicación y construcción del hospital de Son Espases, choca con el derecho de la ciudadanía a saber qué pasó y cuál fue el destino íntegro de la mayor partida de dinero público jamás invertida en Balears. Por supuesto, también si se vulneró la libre competencia y la igualdad de oportunidades frente a la Administración.

Matas sigue callando. La verdad es que, con la experiencia adquirida en el trance, ayer no se esperaba otra cosa de él. Ni siquiera desmintió las graves acusaciones que han colocado sobre sus espaldas su exconsellera de Salud, Aina Castillo o el exgerente de Ib-Salut, Sergio Beltrán. Eso, por no hablar de Javier Rodrigo de Santos.

La comparecencia ante el juez Castro de quien fuera president de Balears y ministro de Medio Ambiente de Aznar fue fugaz. Se limitó a lo imprescindible. Ni siquiera dio pie a los letrados para que tomaran asiento. Matas no declara, permanece a la espera de mejores oportunidades cada vez más inviables o se remite a aparatosos alegatos carcelarios para el Parlament. Y a otros antecedentes de silencio frente a un fiscal que niega cualquier proceso de negociación en curso. El pacto con el ministerio Público se presume insostenible desde el momento en que a Matas se le exige la aceptación de algún grado de culpabilidad, la admisión de haber cobrado comisiones, la devolución de dinero y el cumplimiento de un tiempo de cárcel. El silencio va otorgando muchas cosas en el caso de Son Espases, pero también es cierto que muchos de sus códigos permanecen indescifrables. Más trabajo para la investigación y mayor grado de compromiso para el resto de imputados. El silencio ajeno no puede distorsionar responsabilidades propias.

Es quizás por eso que el gerente y propietario de Global PM ha modificado un tanto su posición inicial. Fue la única sorpresa de la tanda de declaraciones de ayer, a la espera de lo que pueda decir hoy Villar Mir, el propietario de OHL, a quien se dirigía la concesión de Son Espases que, sin embargo, acabó en manos de Dragados y FCC de Florentino Pérez.

Jesús Peinado, de Global PM, admite ahora que su consultora hizo artimañas se puso de acuerdo con la competencia para conseguir el trabajo de valorar las ofertas de Son Espases, pero sin embargo afirma que después todo fue pulcro, con una evaluación limpia y profesional, sin presiones ni sobornos. Es un punto sobre el que habrá que incidir más porque otros testigos o imputados le atribuyen máxima afinidad con el PP y mayor implicación en presuntas corrupciones.

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