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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Votar es más fácil que pasear

Manifestarse por unas calles congestionadas es más duro que votar en el colegio electoral del vecindario, en la proporción mínima de tres horas a una. Por tanto, la Diada del 11s alberga el resultado de las elecciones catalanas con mayor precisión que un exigente sondeo. Además de la costosa inversión en tiempo y paciencia, en el paseo reivindicativo se pierde la privacidad de la cabina y el voto ensobrado. En consecuencia, cientos de miles de catalanes no solo quieren votar opciones independentistas, sino que aspiran además a que se sepa. Tal vez aspiran fundamentalmente a la difusión de su sentimiento. Si se trata de un "espejismo" colectivo, por seguir la nomenclatura del imprescindible Francisco Rico, entonces España se enfrenta al mayor desvarío colectivo de su historia.

Con la proyección del 11S, el independentismo cosechará un resultado muy notorio en Cataluña. La frustración consiguiente se traduce en el despechado "nosotros convencemos y los demás manipulan". Es decir, una diabólica maquinación a cargo de los medios públicos habría turbado las voluntades y pervertido las conciencias de millones de ciudadanos ignorantes. En tal caso, al canal norcoreano RTVE no le costará ningún esfuerzo inducir gigantescas manifestaciones en apoyo de Rajoy con ocho millones de participantes, equivalente numérico a la Diada. De hecho, los abonados a la conspiración olvidan que las televisiones cautivas han propiciado en las últimas décadas el resultado electoral inverso al pretendido por sus apóstoles.

El enigma de las catalanas, destripado por la manifestación de la Diada, no plantea la hipertrofia del independentismo sino la irrelevancia del PP. Curiosamente, los populares no suelen preocuparse por el hecho de que Artur Mas sea mucho más estimado en Cataluña que Rajoy en España, según el CIS. O que la entrevista de Ana Pastor al presidente de la Generalitat en una televisión no independentista logre en el ámbito catalán una audiencia del 22 por ciento, un porcentaje inasequible para el inquilino de La Moncloa en sus comparecencias estatales. Nunca hubo electorado mejor informado que el catalán sobre el resultado de sus elecciones.

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