Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

Cataluña: las terceras vías

El concepto de "tercera vía" en el caso catalán es equívoco porque sugiere que un sector de opinión estaría tratando de buscar una zona de paso entre las dos opciones dominantes. Y semejante esquema no describe la realidad, que más bien consiste en el surgimiento de una corriente independentista, nacida de la extrapolación del nacionalismo moderado que ha gobernado Cataluña la mayor parte de la etapa democrática (aunque casi siempre coexistiendo con mayorías no nacionalistas en las elecciones al parlamento español), que ha conseguido desencadenar, pese a su potencia limitada, un proceso secesionista, que de momento avanza por vías inconstitucionales ya que, como es natural, la Constitución primigenia no contempla la posibilidad de la secesión de un territorio.

Las estadísticas demoscópicas y también la última encuesta del CIS ponen de manifiesto que frente a este grupo independentista no existe una corriente simétrica organizada que proponga la recentralización (los partidarios de regresar a un modelo de estado centralista son una exigua minoría), y que quienes no son independentistas forman un magma moderado de ciudadanos que han interiorizado su doble pertenencia, aceptando tal cual el statu quo o proponiendo más o menos autonomía política. Asimismo, es reseñable que, en tanto los soberanistas se esmeran en su rigurosa organización, sin la cual no lograrían la suficiente audiencia, los demás se mantienen divididos porque se niegan a constituir un frente artificioso, lo que concede indudable ventaja táctica a los primeros.

En este marco, las llamadas "terceras vías" son en realidad encomiables construcciones ideológicas creadas para combatir expresamente el soberanismo, para desactivar sus falacias populistas, para abrir los ojos a una ciudadanía generalmente crédula que se deja arrastrar por la trucada carga sentimental de los independentistas y por la reiteración de los tópicos inventados. En este sentido, Unió Democràtica y el PSC son, en realidad, terceras vías, como también lo son en cierto modo el PP y C's. Pero es útil que, al margen de los partidos, se hayan construido movimientos sociales que utilicen este expresivo concepto y den visibilidad a una postura antinacionalista que no es fácil de exhibir el independentismo se arroga virtudes heroicas, lo que desacredita aparentemente a sus adversarios y que sin embargo tiene muchos más adeptos que los que osan proclamar su adscripción. La asociación "Tercera Vía, diálogo y acuerdo", celebró esta pasada semana un acto en Madrid con la presencia de prestigiosas personalidades de los ámbitos político, académico y judicial, y este pasado miércoles también se presentaba en Barcelona otra asociación llamada "Catalans pel Seny" a la que ha prestado su adhesión explícita Miquel Roca, uno de los ponentes constitucionales, número dos de CiU durante muchos años, portavoz del partido en Madrid, etc.

Estas comparecencias tienen sin duda una función pedagógica, ya que informan a los votantes de que no es cierto que se haya impuesto acríticamente el desatino independentista: hay muchos sectores ideológicos y sociales que creen intolerable que sus cargos institucionales, con Artur Mas al frente, planteen la violación de la legalidad para conseguir unos objetivos políticos dudosos y opinables. Muchas personas que, sin estar de acuerdo con el actual encaje de Cataluña en el Estado, creen que el cambio debe provenir de la negociación y no de la ruptura abrupta del marco constitucional. Y éste debería ser, para los no independentistas, el sentido de la campaña electoral: es preciso que quienes no coincidann con el ruido y la furia de los rupturistas haga piña con quienes piensan lo mismo que ellos para evitar así que los gritos de unos cuantos confundan a las muchedumbres.

Compartir el artículo

stats