Después de haber oído de primera mano las propuestas y planes de trabajo que tiene previsto desarrollar la conselleria de Educación en el próximo cuatrienio, los comités de la Assemblea de Docents, el STEI y CC OO decidían el jueves mantener la convocatoria de huelga que tienen abierta desde septiembre de 2013. Desde esta fecha, los paros se han llevado a la práctica durante 50 días, en periodos alternos.

A pesar de que la situación actual no se asemeja en nada a las del momento del estallido del conflicto docente y de que el curso 2015-2016 empieza con unas perspectivas y medios mucho mejores que las del periodo lectivo anterior, los sindicatos consideran que los avances alcanzados son insuficientes y que se precisa más rapidez y mayor concreción económica sobre el contenido y presupuesto de las medidas comprometidas. Este pronunciamiento llama la atención cuando ya se han cumplido media docena, las 6 más importantes, de las reivindicaciones planteadas por la Assemblea de Docents.

Tampoco, siendo realistas, no se debe obviar que este movimiento ha perdido en este momento buena parte de la capacidad de integración y representación que tuvo en un principio. El amplio colectivo del profesorado que lo avaló y robusteció en sus orígenes ha ido desvinculándose de él a medida que ha ido comprobando cómo se derogaba el TIL, se retiraba la ley de Símbolos o se daba carpetazo a los expedientes sancionadores y se ampliaban las plantillas de los claustros de profesores.

Algunas fuentes sindicales apuntan que todavía falta algo de tiempo para poder desconvocar la huelga. Se ha entrado en una dinámica dentro de la cual nadie parece predispuesto a tomar la iniciativa para ser el primero en firmar una desconvocatoria que se ha vuelto imprescindible. Hoy la huelga de la Enseñanza ha perdido toda la vigencia que pudo tener en sus orígenes y por, otro lado, las aulas y las familias de los escolares de Balears necesitan y tienen derecho a recuperar la normalidad y la estabilidad. Ello, por supuesto, es compatible con la reivindicación de las mejoras de los medios educativos. O con el mismo rechazo a la LOMCE que mantiene buena parte de la comunidad docente. Parece, como piensan algunos, que el llamamiento a la huelga se mantiene en la retaguardia a modo de instrumento y trampa para evitar los trámites de una convocatoria formal, si se da el caso. Habrá que admitir que este comportamiento desentona con la responsabilidad.

Después de no hacerlo desde 2011, la conselleria de Educación ha anunciado que convocara oposiciones para contratar al menos a 800 nuevos profesores en los próximos cuatro años y ya ha aumentado una quinta parte de los interinos.

El ambicioso plan presentado por el conseller March también contempla, entre otras medidas, el incremento de becas y la reducción de ratios de alumnos por clase y profesor. Si, además, la conselleria se presta al diálogo y propone protocolos de soporte al profesorado, los cuatro puntos vinculados a becas de comedor, remuneración integral de bajas laborales y recuperación de complementos perdidos son, a todas luces, motivos no del todo suficientes para mantener la convocatoria de huelga y generar inquietud. También se enseña aplicando la responsabilidad y desde la solidaridad con otros colectivos laborales que, con menor estruendo, han perdido más que los profesores.