Diario de Mallorca

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Norberto Alcover

El "trípode dorado"

En su momento comenté que agosto, a pesar de sus connotaciones vacacionales, debía erigirse en "tiempo de reflexión y de conversaciones" entre todos aquellos que tienen en sus manos responsabilidades cívicas, políticas y hasta eclesiales. Y dejo de lado a quienes las tienen de naturaleza socioeconómica por la sencilla razón de que vengo, directa o indirectamente, hablando de ellos y ellas en los últimos artículos con resultados contradictorios, según noticias que me llegaban a medida que aparecían los textos. Es imposible escribir para satisfacción de todos. Ahí está el caso del papa francisco, quien en la medida en que pone sobre el tapete la doctrina social eclesial produce adversarios en cadena. El dinero siempre susurra reacciones poco modélicas para el conjunto, para el conjunto a quien se dirige, lógicamente, el habitante de Santa Marta. Es un decir sin mayor intención. Pero es que me siento, y cada vez más, cercanísimo a este personaje de raíz típicamente evangélica, es decir, humana. En fin que, sugerí en su momento, dedicar tiempo agosteño a la reflexión y conversación cívica, política y hasta eclesial. Recojo aquella invitación o sugerencia para comentarla al cerrarse agosto y estar a punto de comenzar un septiembre necesariamente caliente. Cataluña al fondo.

Comencemos por reconocer que la política internacional nos deja la cuestión inmigratoria, en todos los lugares calientes del planeta, al rojo vivo. No se trata solamente del aluvión que asola a Europa, porque la frontera entre México y EE UU es tremenda al respecto, con graves resonancias en la política interior yanqui. Hasta el impoluto Reino Unido se siente hollado en su intimidad por esta plaga, recuerdo de nuevo la expresión del excelso Cameron. Y es que no ser inglés y no menos británico es un defecto que imprime carácter. España, Italia, Grecia, Alemania, el citado Reino Unido, y otros países colindantes, vivirán situaciones de invasión de unos hombres y mujeres que huyen sin que lleguemos a saber las razones exactas de sus países de origen para provocar tal éxodo. Y es que si sus gobernantes in situ son unos sinvergüenzas que acabarán las riquezas de sus países, entonces Europa y EE UU tienen que tomar medidas diferentes? a no ser que las potencias occidentales mantengan intereses económicos innombrables con los dictadores de turno. Pero entonces, ¿de qué nos quejamos? Asunto muy complejo, pero que en sus entrañas guarda el paradigma de la pobreza, casi miseria, y este otro de la desesperanza. Y la tierra es de todos. Y no valen excusas. Siempre excusas egoístas. Veremos.

Europa, además de la cuestión comentada, se enfrenta a una definitiva reactivación socioeconómica, con los bancos recuperando ganancias que apabullan y cierta reactivación laboral que se salda con unos salarios humillantes, aunque sean legales, y una contratación al 80% temporal y en tantas ocasiones por horas (comenzando por la emblemática Alemania). Está claro que entramos en territorio de vacas normales, pero uno se pregunta cómo será el estado vacuno próximo: ¿se recuperará una cierta equidistancia entre empleadores y empleados o la crisis habrá impuesto un nuevo orden de injusticia económica permanente? Aumento de las grandes fortunas, disminución de las clases medias, y hundimiento de las clases inferiores, con un desempleo imposible de erradicar como quisiéramos. Una vez más, la sociedad se dividirá entre más ricos y más pobres, sin que nos impongamos el deber propugnado por el bien común, referente necesario de toda recuperación objetiva y ética. Esta es la cuestión. Desde septiembre se verá en qué acaba tan urgente asunto. Que repercutirá en todos los procesos electorales que están en curso y que son varios. Lo escrito para Europa, vale para España, con el aditamento, ya citado, del "caso catalán", inquietante "patata caliente" para todos.

Hablemos de Mallorca un rato, al final. Con la reciente inauguración de los nuevos lobbys sociopolíticos, que siempre aparecen, ha llegado el momento de los pobres, se nos ha prometido. En Mallorca es evidente que se gana muchísimo dinero? en los ámbitos decisorios derivados del aluvión turístico. Pero la distribución también es evidente que es indigna de una tierra con sentido de sus obligaciones más elementales. Ya hemos tratado esta cuestión en el párrafo anterior, al referirnos a Europa y a España. Mallorca, y Balears por extensión lógica, debiera retocar su fiscalidad en la medida que tenga competencias y convenga para el conjunto de las clases más golpeadas por la tremenda crisis. Los pobres y desempleados tienen que notar prácticamente la naturaleza del tripartito, si no quiere acabar como sus pretéritos intentos a la izquierda. Discutir del Born está bien. Retirar placas franquistas de las calles, produce cierta interrogación. Distanciarse oficialmente de los actos religiosos puede significar cosas muy diferentes. Caer en nepotismo, era de esperar. Devaluar la categoría profesional de los cargos públicos, es medida que merecería mucha mayor reflexión. Y tantas cuestiones más.

Pero la clave del tripartito, además del simpático marcaje de ese guardia urbano político que es Podemos, radica en la "justa distribución de la riqueza", ganada por todos los que conforman el entramado trabajo/capital en vigor. Ahí se juega su futuro el tripartito, más allá de distracciones vinculadas a lo nostro, que llegan a cansar. Seguirle la pista al dinero. Estatal, autonómico y también privado en la medida en que está afectado por la fiscalidad. Porque o se cambia de verdad o para nada valen promesas electorales, convertidas en tres en uno. Que no defrauden las esperanzas de esos jóvenes que, en plan "casual", pasean por una Palma que ahora parece ser suya. ¿En qué acabará todo esto? Ojalá que acabe bien. Muy bien. En beneficio de los más necesitados.

Inmigración, recuperación socioeconómica y justa distribución de la riqueza. El trípode dorado en el que se sostiene la casa mundial. Pienso que este agosto ha permitido mover muchos contenedores de todo tipo. En ocasiones, de enormes proporciones, como la oposición al Estado Islamista, que al final se resuelve en el dinero que nos queramos gastar para contrarrestarlo, según ordenanzas de intereses políticos. Pero la clave del curso que ahora comienza en septiembre, está en el trípode analizado, donde nos jugamos todo lo demás. No estaría nada mal cerrar este "tiempo vacacional" con algunos propósitos de enmienda para que la libertad, la justicia y la paz se abran paso en el 15-16 que nos espera. Con el sínodo de la familia por delante.

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