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Llorenç Riera

El necesario reciclaje del Parlament

Una cámara de representación parlamentaria mantiene su vigencia y consolida su prestigio en la medida que es capaz de canalizar las inquietudes y anhelos de la sociedad que le ha remitido diputados para que la representen y den cuerpo legal a la resolución de sus necesidades. Por eso mismo, los parlamentos, entre el protocolo y el sentido institucional que les es propio, necesitan estar en conexión permanente con la calle. Ponerse al día, en una palabra.

Los partidos políticos llevan tiempo con serios problemas de ensamblaje con la sociedad que justifica su existencia. Eso, invariablemente, se traduce en la vida parlamentaria como se comprueba en cada periodo de sesiones que se desarrolla en el antiguo Círculo Mallorquín. El aforamiento de sus señorías, de quienes han conseguido escaño en el salón de las Cariátides, es uno de los privilegios más cuestionados en la actualidad. A estas alturas del desarrollo democrático tiene poco sentido la inmunidad generalizada de cargos electos o su sometimiento a órganos judiciales especiales o de mayor rango del que se sometería un ciudadano común por la misma causa. El aforamiento sólo es justificable ante situaciones y funciones de especial delicadeza.

El PP ya propuso su desaparición en la legislatura vencida. Los partidos del pacto actual están ahora en la misma línea que entonces fue imposible consensuar. Para llevarla adelante se necesita modificar el Estatut, cuestión de cierta complejidad que, según se ha anunciado, se abordará en el próximo curso político. Se quiere aprovechar para modificar otras cuestiones de la vida parlamentaria, como el concepto de dedicación plena que permite a los diputados adscritos a ella compatibilizar su tarea con la actividad profesional. La dedicación exclusiva y las dietas llevan camino de permanecer como únicos conceptos económicos de adscripción parlamentaria.

Hay sin embargo otros vicios de las sesiones del Parlament que resultan más fáciles de actualizar o borrar debido a su inutilidad o al mal efecto que producen. De entre ellas destaca la moda, tan recurrente en los últimos tiempos, de realizar preguntas de autobombo por parte de los grupos que apoyan al Govern para dar pie a los consellers a divulgar las bondades de su gestión.

La modificación del reglamento del Parlament para aniquilar esta adulteración de la actividad parlamentaria se presenta como más inminente. Se habla de tenerlo listo para el próximo mes de enero y mientras, PSOE y Més se confabulan y comprometen para no animar la publicidad del Govern. No preguntarán lo que ya saben. Por supuesto, tampoco lo que no tienen interés en conocer o divulgar. Otra cosa es Podemos que, desde la equidistancia, seguirá adaptando su papel a conveniencia del momento y la oportunidad política.

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