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Antonio Papell

Dónde está cada cual

Mariano Rajoy, todavía de vacaciones, está ya sn embargo en plena campaña electoral, y desarrolla su estrategia de enfatizar sus logros económicos para poner de manifiesto el riesgo que correríamos supuestamente los españoles si cediéramos a la tentación de la descabalgar al PP del poder. Rajoy explica que las elecciones generales decidirán "si va a gobernar la moderación [es decir, el PP], o van a gobernar otros". El presidente del Gobierno ha calificado los pactos poselectorales en que no participa de "excéntricos y sectarios". El portavoz popular Pablo Casado, por su parte, asegura que la alternativa al PP es "una alianza bolivariana de Podemos con los socialistas y nacionalistas excluyentes".

Las elecciones en España se ganan en el centro, y eso lo sabe perfectamente Rajoy aunque su consejero áulico en retirada, Arriola, no haya estado muy fino en sus análisis últimamente, según cuentan ciertas crónicas. Y es lógico que Rajoy mantenga un discurso encaminado a descentrar al PSOE arrastrándolo hacia los bordes del espectro, en tanto él trata de ubicarse en la zona intermedia, que es donde está la sobreabundante moderación.

Con todo, es obvio que no siempre uno está realmente donde cree encontrarse. Y en todo caso, lo que cuenta es la opinión de los ciudadanos, que tienen al parecer sus propias ideas. A este respecto es muy útil la encuesta del CIS, técnicamente irreprochable, que para obtener datos fiables sobre este tipo de cuestiones no requiere "cocina". Pues bien, como ya se ha publicado abundantemente, en el arco parlamentario entre el 0 extrema izquierda y el 10 extrema derecha, la posición de los principales partidos era la siguiente en julio pasado: Podemos, 2,09; IU (ICV en Cataluña), 2,46; PSOE, 4,38; UPyD, 5,37; Ciudadanos, 6,18 y PP, 8,26. Como es sabido, el eje de simetría de la campana de Gauss que representa el voto ciudadano está algo escorado la izquierda, en el 4,64.

Ésta es la apreciación de la ciudadanía, la realidad por tanto. Y es curioso que las formaciones de ambos extremos Podemos y el PP repudian su posición y tratan ostensiblemente de cambiarla. En lo tocante a Podemos, es claro que la opinión se ha formado a través de la retórica del 15M y, sobre todo, del programa que la organización de Pablo Iglesias presentó a las elecciones europeas. Los dirigentes de esta formación saben que si no consiguen avanzar hacia el centro, podrán como mucho apoderarse del espacio claramente minoritario que ha ocupado históricamente Izquierda Unida, que ha variado según fuese en cada momento su relación con el PSOE y su capacidad para ofrecer una opción diferenciada de la socialista. De ahí que Iglesias esté haciendo cómicas piruetas, declarándose socialdemócrata y buscando una imposible transversalidad (los ciudadanos ya no comulgan aquí con ruedas de molino).

En la posición opuesta está el PP, que ve cómo, de no descender de su encumbrada posición en la escala, que es consecuencia directa de la política económica los recortes pero también de las políticas reaccionarias practicadas por Gallardón y Fernández Díaz, puede terminar cediendo gran parte del centro no sólo a Ciudadanos sino también al PSOE. De ahí que trate de difundir la imagen de un PSOE radical, en brazos de un socio todavía más radical, Podemos.

No es fácil que los simples mensajes cargados de voluntarismo cambien la percepción de la realidad que tiene la ciudadanía. Por ello, lo que habrán de hacer los partidos que deseen cambiar de posición no es intoxicar al personal sino hacer méritos para que el electorado perciba la mudanza. Treinta y tantos años de democracia han vuelto a esta sociedad muy intuitiva y difícil de engañar.

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