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Joaquín Rábago

No hay mal que para bien... de Alemania no venga

Se calcula que Alemania ha ganado 100.000 millones de euros desde 2010 gracias a la crisis griega, según reconoce el Instituto de Investigaciones Económicas de Halle. Cada vez que los mercados financieros arrojaban algún resultado negativo para Grecia, caían los intereses que debía pagar Alemania por sus bonos, lo que suponía un cuantioso ahorro para este país.

Lo reconoce, entre otros, el periodista Jakob Augstein en una columna en el semanario Der Spiegel, en la que afirma sin pelos en la lengua que "Alemania se aprovecha del sufrimiento ajeno". El periodista, que tiene una columna significativamente titulada "En caso de duda, a la izquierda", habla de "falta de escrúpulos" al referirse también al dinero que ha ganado Alemania con sus exportaciones de armas.

Exportaciones no sólo a Grecia, que tiene absurdamente uno de los mayores gastos de armamento por PIB de los países de la OTAN pese a lo precario de su situación, sino también a otros países poco respetuosos de los derechos humanos. Egipto, Argelia, Israel, Qatar, Arabia Saudí o Siria figuran entre los clientes de Alemania, cuya coalición de gobierno entre cristianodemócratas y socialdemócratas no parece hacerle ascos a nada.

Y como siempre ocurre con los países que exportan material bélico, los gobernantes encuentran siempre la forma de justificar las ventas a países poco recomendables desde un punto de vista estrictamente ético. En eso, Alemania no es por supuesto única. Pero Alemania va a sacar también provecho por otros conceptos de la desgracia ajena, como demuestran por otro lado, las últimas noticias sobre privatizaciones publicadas por la prensa internacional.

Así, varios aeropuertos griegos, entre ellos los de las islas más frecuentadas por los turistas, como Corfú, Mikonos, Samos, Santorini, además de un par de ellos en Creta, van a ser gestionados por el grupo alemán Fraport, que se ocupa ya entre otros del aeropuerto de Fráncfort. La concesión de catorce aeropuertos del país formaba parte del proceso privatizador pactado por el llamado cuarteto la anterior troika, FMI, Comisión Europea y BCE más el Mecanismo de Estabilidad Europeo con el gobierno de Alexis Tsipras el momento en que éste se encontraba ya contra las cuerdas.

Esa venta de los activos del país seguramente parecerá normal a muchos alemanes, sobre todo a los millones de lectores del periódico sensacionalista Bild, que es el que más ha agitado contra la posibilidad de hacerles concesiones a los "derrochadores" y "perezosos" griegos. Baste recordar un titular tan claramente xenófobo como el siguiente: "Vended vuestras islas, griegos fracasados. Y de paso también la Acrópolis? si es que no bastan vuestros recortes".

Si algo hay que elogiar, pese a todo, en todo lo que sucede estos días es la salud democrática que ha demostrado el Parlamento alemán en la votación sobre el rescate a Grecia. Ochenta y tres diputados cristianodemócratas votaron en contra, se abstuvieron o se ausentaron del hemiciclo, lo que supone toda una rebelión en las filas del partido de la canciller federal, Angela Merkel.

Como señala uno de los artículos de la Constitución alemana, "los diputados son representantes de todo el pueblo y no están sujetos a encargos o instrucciones, sino que están sólo sometidos a su conciencia". Es decir, que tienen todo el derecho a votar libremente. Con independencia de la opinión que pueda merecernos el sentido de su voto en esta ocasión, ojalá votaran también nuestros parlamentarios con tanta independencia y no obedeciendo a pies juntillas lo que les dicta en cada ocasión el partido, sin atreverse a cuestionarlo en ningún momento.

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