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Llorenç Riera

La deuda crece para el siguiente Govern

Algún día habrá que hacerle caso. Los informes y dictámenes de la Sindicatura de Comptes de Balears acostumbran a caer en saco roto. Son la radiografías perfectas del estado -nunca dotado de buena salud- de las arcas públicas de la Comunidad. Dirigidos a la sociedad para que sepa cómo la administran y a sus gobernantes a modo de brújula orientativa para retomar el rumbo adecuado, no gozan del aprecio de unos gestores públicos que siempre actúan desde el principio de quien está convencido que el dinero no es suyo. Y dando por supuesto que el problema lo resolverá o acumulará el siguiente. Bauzá dejó una deuda de 8.000 millones de euros. Si sigue la tendencia establecida, Armengol la elevará hasta los 11.000 millones.

El tope está próximo. Balears lleva camino de verse obligada a destinar más dinero a la amortización de créditos y al pago de intereses que a la financiación ordinaria de su sistema educativo. Todo queda dicho. Es la pobreza estructural entre grandes cifras y correrías hacia adelante. Si, todos afirman y dan por hecho que es la consecuencia de la pésima financiación autonómica y del precario respeto, en materia económica, que tiene el Estado para esta Comunidad. Pero también es evidente que, el uno por el otro, la gran casa de las deudas queda sin barrer. La falta de higiene financiera está a punto de alcanzar el nivel de epidemia.

Lo ha dicho claro y todo lo alto que le han dejado la Sindicatura de Comptes. Sería aconsejable, en beneficio de todos, que esta vez alguien le hiciera caso. Balears está al borde del colapso financiero porque se ve obligada a destinar demasiados recursos al pago de deudas. Este archipiélago es un inmenso negocio para unos bancos que aplauden nuestra mala costumbre de vivir crédito sobre crédito. Sólo el Ib-Salut ya ha pedido casi 100 millones para poder llegar a fin de año.

Los préstamos y los intereses que generan cuestionan a todas luces la sostenibilidad económica y financiera de la Comunidad. La sabiduría popular de esta tierra desaconseja alargar los pies más que la sábana. Sin embargo, aquí llevamos años haciéndolo con el agravante de que, sobre todo en la última época de Jaume Matas, se han producido numerosas roturas y descosidos de corrupción. Imposibles de zurcir ya.

Con el tope de 2020 se deberá hacer frente al vencimiento de 3.648 millones en préstamos más otros 1.050 de intereses. Significa el pago de 783 por año. Los intereses crecen a un ritmo descontrolado. Hasta ahora, cuando ha convenido, se ha contado con el colchón del Fondo de Liquidez Autonómica, pero este instrumento tiene un futuro incierto dependiente del resultado de las próximas elecciones generales.

La única solución viable sería la de generar superávit presupuestario, es decir gastar menos de lo que se ingresa, pero los derroteros del crecimiento económico, la demanda de servicios y las actitudes políticas no están por la labor. Algún día deberán tejerse nuevos planteamientos.

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