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Un Gobierno insostenible

En cualquier país europeo, con un Gobierno conservador de raíces democráticas auténticas, sería impensable que el tiempo que medie entre escribir estas líneas y publicarse este artículo, el ministro del Interior de España siguiese en su puesto. El presidente del Gobierno y su entorno niegan la evidencia y siguen inventando argumentos para justificar lo injustificable sin querer ser conscientes de que los ciudadanos tenemos criterio autónomo. Pensamos de forma independiente y no quedamos subyugados a sus juegos impositivos para crear estados de opinión favorables a sus intereses. A estas alturas siguen creyendo y utilizando técnicas de comunicación exitosas en otros tiempos de mayor inmadurez democrática. Los efectos de la denominada "Unidad de comunicaciones estratégicas" hoy ha quedado obsoleta. Pensar que el hecho de lanzar un argumento desde un ministerio en forma de nota de prensa escondiendo la verdad, un informe falseado redactado por un asesor experto en la materia, o una intervención parlamentaria pre-escrita y distribuida en letra impresa a los periodistas conteniendo argumentos inventados y creer que todo eso va a ser asumido en su literalidad por los medios de comunicación, eso es vivir en una burbuja. Por citar un ejemplo: ¿qué hizo ayer una de las televisiones generalistas? Difundió el argumento "oficial" de que la entrevista entre el imputado exvicepresidente popular Rodrigo Rato y el actual ministro del Interior se fundamentó en las dificultades de la seguridad del primero y, a renglón seguido, difundió imágenes del día a día en la vida de Rato en aeropuertos, paseos y nadadas veraniegas sin el más leve vestigio de alteración de su seguridad personal. ¡Vaya falta de seguridad!, comentaban perplejos los espectadores. Eso es, hay que romper los argumentos oficiales falsos. No solo pueden hacerlo los grandes medios, también nosotros, la gente de la calle en nuestros entornos. Podemos hacerlo en nuestras conversaciones, en nuestras redes, en toda aquella interrelación que esté a nuestro alcance. Algún día, pronto, el periodismo se convertirá en una profesión colaborativa y los medios de comunicación abrirán sus puertas a los ciudadanos de a pié para que argumentemos con nuestros conocimientos las manipulaciones informativas oficiales, no solo en programas posteriores a la información como hacen algunas radios. La actividad en el mundo digital puede contribuir a que los periodistas escriban sus informaciones enriquecidas con aportaciones participativas. Hay muchos argumentos sabios, documentados y rompedores que no llegan a los medios y sí al tráfico de internet, o a veces simplemente quedan en el aire de la calle. Los listados de fuentes de los periodistas pueden ampliarse con las redes de sus medios hasta el punto en que cada profesional del periodismo decida la amplitud de sus contactos expertos.

Muchísimos ciudadanos y muchos periodistas, somos conscientes de que la corrupción del partido en el gobierno ha traspasado todas la barreras imaginables. La ejecución de sus políticas, los manejos fraudulentos de acontecimientos y comunicaciones y la demostración de sus aplicaciones, día a día, nos han demostrado ya suficientemente cómo son capaces de hacer de los sobornos virtud, de los delitos poderío y de los errores prepotencia. Y todo eso con dinero público. Lo que está pasando es una absoluta ignominia para cualquier demócrata. Este gobierno es insostenible. Ellos y solo ellos nos van a llevar al fondo de las tinieblas. Vamos a ser, o tal vez somos ya, la vergüenza de Europa. Y lo que aún es peor es la respuesta a la pregunta: ¿al ejercicio del poder de este Gobierno, se le puede llamar democracia?

Como europeos, si queremos que nuestro país recupere la normalidad, todos los demócratas, los suyos que algunos hay en el partido en el poder y todos los que estamos a años luz de sus criterios, tenemos, pienso, la obligación democrática de contribuir a la ruptura de su mandato manipulativo y corrupto. Podemos empezar poniendo en evidencia su discurso, sus manifestaciones organizadas estratégicamente, sus formas de informar establecidas, no repitiendo sus argumentos, impidiendo que la polémica verse sobre sus palabras y sí sobre sus hechos. Si no lo conseguimos con inmediatez, no hay que desesperar, contribuiremos con nuestro esfuerzo y con el desenmascaramiento de sus actitudes que tras las elecciones abandonen el Gobierno y lo hagan teniendo que reconocer sus políticas fraudulentas, como mínimo las informativas.

Mi granito de arena para que todo lo anterior no quede en vanas palabras consiste en obligarme a pensar cómo ejercer el periodismo. Hay periodistas muy responsables, avanzados, avezados y alternativos en su forma de pensar y escribir que ya ejercen todo, o gran parte, lo que comento a continuación. Yo debo repetírmelo día a día.

1.- Los periodistas no podemos dejarnos arrastrar por la información oficial, o la información generada en despachos de poder o despachos de influencia. Y lo digo con la conciencia firme de alguien que creó algunos de los primeros gabinetes de prensa de este país, pensados con una finalidad muy distinta: abrir las puertas de las administraciones, mostrar la actividad política ejercida y demandar la colaboración de los administrados para que la política fuese de todos. Creíamos en ello. Hoy nos da asco ver en qué se ha convertido la función de los gabinetes de prensa de los ministerios.

2.- Conseguir que la información de titular no sean las palabras oficiales y si frases argumentadas por expertos en el tema que pongan en evidencia cuales son las funciones de un ministro en activo.

3.- Que las informaciones oficiales recogidas no tengan el diagrama de un arco, sino la de un árbol. Me explico. Que no baste ya con escribir para prensa, radio o tele, una historia lineal basada toda ella en los argumentos oficiales ofrecidos. Para conseguirlo, acompañar esa información con opiniones múltiples y diversas y que los periodistas no nos veamos obligados a seguir el relato marcado.

4.- Ser breve. Los lectores de prensa no acostumbran a leer 800 palabras salvo en artículos como este, que dicho sea de paso leerán muy pocos. Los espectadores de tele desconectan si la información se alarga y los seguidores de internet no resisten un video de más de un minuto, mejor si es de treinta segundos.

5.- Hacer próximas las informaciones llegadas desde Madrid o desde cualquier otro lugar. Esas noticias podemos acompañarlas con opiniones expertas de quienes ejerzan su actividad en nuestras islas, no diferenciándolas de la noticia, sino formando parte integral de ella.

6.- Si el espacio informativo es muy breve, ampliar la información en la web del medio o/y en blog y en redes personales que mantenemos en activo.

7.- Pensar que ahora el competidor directo de un periodista no es otro periodista sino el protagonista de la noticia, con el uso de sus redes sociales. Los líderes de opinión del PP y sus acólitos en el mundo periodístico, articulistas y tertulianos, alineados firmemente con las tesis de este partido, repiten en sus redes los argumentos lanzados por los ejecutores de la "Unidad de comunicaciones estratégicas". No debo olvidarlo y sí contrarrestarlo.

El periodismo se sigue escribiendo en mayúsculas y hay que recuperar el desprestigio al que nos ha llevado afianzar las noticias en argumentos manipulados por el poder. Ahora, además de informar, los periodistas debemos explicar el contexto de la información y como dicen quienes reflexionan sobre el futuro de la información en la BBC: debemos ser vigilantes del poder, informar de lo que ocurre y descubrir historias originales.

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