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Matías Vallés

Análisis

Matías Vallés

De asesor les basta el iPhone

Salvo entre los altos ejecutivos, cada vez hay menos sueldos en la empresa privada que no estén plenamente justificados. La activación de un Plan contra la Explotación corrobora la intensidad de la exigencia laboral. El ´New York Times´ dictaminaba ayer mismo que "una brutal competición sigue siendo una componente inescapable de las vidas diarias de los trabajadores".

Además, los sueldos públicos han superado en España a los privados a igualdad de desempeño. Pese a las evidencias, pervive una lánguida tolerancia hacia los asesores o parásitos de los altos cargos. En Mallorca no solo se ha iniciado una polémica sobre su vigencia, sino que la onda expansiva se ha transmitido al resto del Estado.

Para empeorar el escaso crédito de los asesores, su imagen se enturbió con las adherencias del nepotismo como exigencia curricular. Los contratadores del Govern se han blindado en la capacitación de los digitados para su trabajo, pero sin especificar en qué consiste su función excelentemente remunerada.

Nadie sabe para qué sirve un asesor con el lacerante añadido de "técnico", ni se recuerda una intervención del gremio crucial para la Comunidad. La defensa que los políticos hacen en privado se centra en la calidad abstracta del consejero áulico, o en el pago de servicios adeudados. Nunca se refieren a su utilidad. Los asesores no cobran un sueldo, sino una pensión.

Si ya resulta complicado defender el cargo de senadores autonómicos que ostentan Antich y Bauzá, extender la largueza a sus asesores sufragados por el Parlament precisa de la adicción a la panfilia. Para qué quiere la pareja de privilegiados expresidents un asesor personal a costa del contribuyente, si ya cuentan con un iPhone por cabeza, que no por cerebro, para cuidar de su agenda. En cuanto a los asesores en abstracto, serían idóneos para la limpieza de playas que por algún delirio aristocrático se considera impropia de sus dignidades.

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