Diario de Mallorca

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Antonio Tarabini

Calores estivales (III). Operación Búho

Hace escasos días se publicó en estas mismas páginas el fin de la Operación Búho con la detención del capo de una red de proxenetas. Leyendo sus modos de reclutamiento, sus bestiales maneras de mantenerlas (sic) esclavas, y rebobinando en mi memoria acudí a un librito publicado por la Fundacio Gadeso (colección Andreu Ferret, 2007) titulado Nuevos ciudadanos, relatos y reflexiones, donde me atreví a reproducir una conversación casi literal que tuve con una prostituta nigeriana, sin nombre ni rostro, que se autodenominaba “puta negra”. Tal conversación fue posible en el marco de una excelente investigación realizada por muy notables expertos, editada por la Fundació Gadeso (colección Recerca, 2003) bajo el título de La prostitució femenina a les Balears: aproximació sociológica, enfocaments i perspectives. Nada ha cambiado desde 2003. La historia sigue viva, y se repite una y otra vez. Reproduzco una vez más dicha conversación.

“Soy una puta negra, una puta que trabaja en la Puerta de San Antonio. Una puta negra más de las que trabajamos en la Puerta de San Antonio. Tengo 24 años. He nacido en Nigeria. Mi nombre no tiene importancia. Todos me llaman negra, porque soy negra y puta. Hace sólo dos meses que estoy aquí en Mallorca. Yo vivía en un pequeño pueblo, con mi familia. Mi padre, mi madre y mis hermanos. Fui a un colegio de monjas hasta los 9 años. Hace ya muchos años. Después fui a ayudar a mi familia. Un poco de todo. Trabajos de la casa, labores en nuestro pequeño huerto, vender en el mercado… De esto hace muchos años. Después vino la guerra. Mi padre murió. No sé si de hambre o de miedo. Mis dos hermanos se hicieron soldados, no se si por hambre o por miedo. De esto hace muchos años. Ahora soy una puta negra”.

“Un día mi hermano mayor nos dijo que se iba, Poco después hizo lo mismo mi hermano pequeño de quince años. No se porqué, ni a donde. No hemos sabido nada más, si están vivos o muertos Un día, hace 10 meses, vino a casa un hombre que dijo ser amigo de mis hermanos. Nos dijo a mi madre y a mí que nos podía ayudar. Yo podía ir a Europa, encontrar trabajo y mandar dinero a mi madre. Recuerdo la cara de mi madre. No tenía expresión. Sus ojos antes grandes, ahora eran pequeños. No dijo nada. Barak, así se llamaba el amigo de guerra de mis hermanos, me dijo que me pagaría el viaje. Ya le iría devolviendo el dinero. Le hice caso. Ahora soy una puta negra de la Puerta de San Antonio”. “Vivo con cuatro putas más. En un piso sucio, no sé de qué calle. Me dicen que Mallorca es una isla. Yo no he visto el mar. Tres hombres, dos blancos y uno negro, nos dicen qué tenemos que hacer. El número de veces, lo que debemos cobrar. El dinero va a sus manos, para cobrar los gastos de mi viaje. Pero un día puede que esto acabe. Y podré ver el mar. Ahora soy una puta negra de la Puerta de San Antonio”.

“Le he escrito dos cartas a mi madre. No sé si las ha recibido. Veo su cara sin expresión. Sus ojos grandes, ahora empequeñecidos. Tengo ganas de hablar con alguien. No puedo llorar porque mis ojos ya no tienen lágrimas”.

“Ahora nos dicen, no se porqué, que no podemos trabajar en la Puerta de San Antonio. Dicen que nos van a llevar a un sitio donde cerca hay caballos (se refería a las cercanías del hipódromo). Me gustan los caballos. Puede que consiga acariciar las crines a algún caballo. Son las cinco de la tarde. Voy a trabajar. Caras sin rostro. Ojos que me miran sin verme. Babas. Soy una puta negra de la Puerta de San Antonio”.

Intentamos sacarla de su infierno a través de un centro específico, Casal Petit, orientado a un posible abandono de la prostitución y su reinserción social, familiar, laboral… Estaba dirigido por las monjas oblatas. Su trabajo no era, ni es, fácil. No es sencillo rescatar a tales mujeres de su entorno, mafias incluidas. Según mis noticias se quedó por el camino. Desde entonces han trascurrido más de doce años. La edad actual de “la puta negra” sería (¿es?) de 36 años. ¿Sigue ejerciendo la prostitución en Playa de Palma, en Magaluf, para seguir “pagando sus billetes”? ¿Sigue en manos de la mafia? ¿Ha conseguido salir del oficio? ¿Ha podido comunicarse con su madre y su familia? ¿Sigue en Mallorca, ha podido regresar a su Nigeria? ¿Ha podido “ver el mar” y acariciar las crines de un caballo?

Miles de “putas negras”, de mil y una etnias, siguen vivas aquí y ahora.

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