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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

El gurú de Santanyí

Creo recordar que la primera vez que oí la palabra "gurú" fue a mediados de los años sesenta a propósito de una estancia de los Beatles en la India y su aproximación a la meditación trascendental (MT) con el Maharishi Mahesh Yogi, cuyas enseñanzas presuntamente sacaban a sus discípulos de la oscuridad de la conciencia limitada y revelaban la luz de la conciencia divina. Mike Lowe, líder de los Beach Boys, así mismo seguidor suyo, se convirtió en maestro de la MT. Eran los tiempos de Huxley, Timothy Leary, la universidad de Berkeley, las drogas psicodélicas, The Doors y la lectura de Las puertas de la percepción. Todo, concentrado en California. El gurú era el maestro espiritual del hinduismo, de la casta brahmana o chatría, mostraba el sendero del yoga y enseñaba las técnicas de meditación, las rutas de la liberación de las servidumbres del yo. Los Beatles abandonaron la dirección espiritual del Maharishi al trascender al público que fue sorprendido intentando violar a Mia Farrow (curiosa mujer, pretendida por hombres tan dispares como el gurú, Woody Allen y Frank Sinatra, de quien dijo Ava Gardner, a raíz de la relación con ella, que "siempre pensé que Frank acabaría en la cama con un chico").

El término ha ampliado su significación y ahora se denomina así a una persona que posee ciertas cualidades que hacen de él un experto en una materia concreta. Un gurú es un experto en el secreto o en las dificultades de las modernidades relacionadas con las nuevas tecnologías, que con Steve Jobs o Bill Gates revolucionaron y cambiaron para siempre el paradigma tecnológico desde Silicon Valley, la UCLA, Stanford o la CALTECH. Lo que ninguno sabíamos es que en Mallorca, en pleno cono sur, en Santanyí, teníamos, en palabras de la consellera de Sanidad, la enfermera Patricia Gómez, un auténtico gurú de las redes sociales llamado Jordan Thomas, un joven de veinte años en plena eclosión de creatividad llamado a revolucionar las campañas sanitarias del Govern balear orientadas a los jóvenes. Era una ventana de oportunidad que no podía desaprovecharse. Como se sabe, los auténticos expertos en modernidades reniegan de enseñanzas regladas que, lo único que consiguen es encorsetar los talentos más rompedores en protocolos de conocimientos tradicionales, áridos y servidores del orden establecido. Los estudios tradicionales agostan las más brillantes iniciativas innovadoras. Un hombre de la brillantez de Bill Gates abandonó Harvard por el conservadurismo académico que limitaba su creatividad.

Así pues, aunque sus requerimientos retributivos eran muy superiores a los de cualquier funcionario titulado superior de la comunidad autónoma con años de experiencia, Patricia Gómez contrató, con el visto bueno de Francina Armengol y la complicidad de su marido Juli Fuster a Jordan Thomas por unos ridículos 46.000 euros brutos al año. Fuster, al que al poco de resultar elegida Armengol presidenta, propuso como director del IB-Salut, encabezó la candidatura a la alcaldía de Santanyí donde la lista del PSOE en la que el gurú iba en tercera posición, obtuvo el peor fracaso de su historia. Primero tuvo que vencer las resistencias de Armengol, que temía incomodar a Pedro Sánchez que, como se ha visto en la fotografía que se ha visto en toda España, donde compartía plano con Jordan, previsiblemente contaba con llevarse al gurú de Santanyí a La Moncloa después del venidero pacto con Podemos en las próximas elecciones generales. Sólo con Jordan podría aspirar Sánchez a contrarrestar el absoluto dominio de Podemos en las redes sociales. En la reunión con Sánchez, organizada en plena campaña para las municipales, de la cual la foto da testimonio, se habría apalabrado el fichaje del gurú.

Pero Armengol quería tener cerca al gurú, que había sido decisivo en el resultado de las primarias abiertas en las que derrotó a Aina Calvo en las que el dominio de las redes sociales es determinante para inclinar la balanza en un sentido o en el otro. Ahí se dan todas las circunstancias que determinan el funcionamiento interno de la democracia en el seno de los partidos políticos españoles. Tú me ayudas a ganar las elecciones internas o las primarias y yo te coloco en un puesto prominente de la administración que se paga con un dinero que por ser de todos no es de nadie. Si es que no eres familiar de otro capitoste, como el hijo de Vicenç Thomàs, antiguo conseller de Salut y vicepresidente del Parlament, nombrado asesor de la consellería de Trabajo; nepotismo de todos los quilates. El colocado es un fundamental elemento cohesionador de voluntades, un inapreciable agente electoral que devuelve con creces el capital público invertido en él. Nos lo recuerdan los rostros macilentos de los encarcelados Maria Antònia Munar, Bartomeu Vicenç y Miquel Nadal que llevaron en el caso Maquillaje hasta su más alto grado de sofisticación este clásico de la corrupción que consiste en dar trabajo con dinero público a quienes trabajan todo el tiempo para que los corruptos sigan en política beneficiándose de lo público. Lo practican todos los partidos del sistema. Los recién llegados se han dado cuenta de los beneficios de tales prácticas y ya se dan algunos sitios (Madrid, Barcelona, Cádiz, Calvià, Parlament de Balears) donde al amparo de tal know how de la supervivencia en la política empiezan a florecer asesores de los asaltantes de los cielos.

Como es lógico, estos acuerdos entre tramposos y codiciosos ociosos se sellan bajo el estricto código de la Omertá, motivo por el cual la propia organización partidaria como tal suele desconocer dichos tratos. Ésta es la explicación de la dimisión del secretario de organización del PSOE de Santanyí, Joan Sbert, al tener noticia de las confabulaciones trabadas a sus espaldas. Todas las preocupaciones son pocas para mantener a los ciudadanos alejados del conocimiento de lo que se cuece realmente en el interior de los partidos políticos. No por otra cosa los de Podemos han manifestado en algún momento la necesidad del control público de los medios privados. Y no hay que olvidar que los hechos no han trascendido por la actuación vigilante de Més o Podemos, compañeros de ruta de los trujimanes, sino por la denuncia de Diario de Mallorca.

Pero hay que exonerar del calificativo de codicioso ocioso al gurú de Santanyí. Él tenía el futuro asegurado en la Moncloa con Pedro Sánchez, el hombre del federalismo asimétrico, el vencedor de primarias que destituye a los elegidos en primarias, llámense Gómez o Carmona, el que cumple lo que promete, el aliado de Armengol que consagrará definitivamente la inmersión lingüística, nuestro futuro presidente con los votos de Podemos. Después de la digna e impecable gesta de su dimisión como asesor, expresamente solicitada por Sánchez, se ha asegurado la llamada de La Moncloa a más tardar en enero de 2016. Y el pueblo de Santanyí podrá sentirse orgulloso después de muchos años de tragar quina a cuentas de la supuesta superioridad de su vecino Felanitx. No más historias de contrabandistas o de cultura galerista alemana; la conciencia expandida en las redes es el futuro y su gurú es de Santanyí.

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