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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

El ministro era Rato

El regreso al Gobierno del PP del poliimputado Rodrigo Rato alcanza su expresión más ridícula en el comunicado del ministerio del Interior. La pretensión de que fue "absolutamente clarificado como condición previa" de la cumbre su "carácter exclusivamente personal y completamente al margen de la situación procesal," solo demuestra que Jorge Fernández Díaz no tiene suficiente imaginación ni para mentir. Como bien dice Heidegger, "es el lenguaje quien habla", y la nota ministerial trasluce a un político acobardado y ansioso por convencerse de que dice la verdad. Por el pecado, más que nada, porque no le incomoda la confraternización con un presunto corrupto y un evidente causante de la ruina del país.

El acontecimiento, vergonzoso como mínimo, vuelve a escenificar la relación entre personalidad y poder. Fernández Díaz es un comparsa mudo frente a Rato, a falta de extender la calificación a títere. El político catalán carece de talla ministerial, se queda en industrial que quiere colocar su telefonillos en Madrid. En efecto y de nuevo, el Canivell interpretado por Saza en La escopeta nacional. El teórico titular de Interior no fue anfitrión, sino huésped. Si se compara su comunicado retráctil con las declaraciones arrojadas y arrojadizas de Rato, se concluye la confusión sobre la relación de dominio entre los interlocutores.

Rato tomó posesión el "pasado 29 de julio a las 12.00 horas" del ministerio del Interior, un departamento clave para su futuro. No solo habló de lo que le dio la gana, sino que impartió órdenes a su subordinado, un Fernández Díaz a medio camino entre la humillación y el orgullo de recibir las atenciones personalizadas de su adorado líder providencial. La izquierda siempre descarriada ha interpretado la cumbre ministerial como otra prueba de las querencias despóticas del Gobierno. Al contrario, el suceso derrumba la omnipotencia ministerial, y prueba la nulidad del gabinete configurado por el PP. Fernández Díaz se comportó como el fiel escudero del exdirector del Fondo Monetario Internacional. Rajoy ha puesto La Moncloa entera al servicio de la sucesora de Rato en el FMI.

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