Méndez de Vigo, que tienen todo el aspecto de ser un personaje razonable y culto, parece horrorizado por el fuerte rechazo que genera la LOMCE, una norma redactada por Wert de espaldas a los demás partidos y al propio sistema educativo, sobre las que las demás fuerzas pactaron que sería derogada en cuanto el PP perdiera la mayoría absoluta.
Y ahora, el nuevo -y seguramente efímero- ministro de Educación que sustituye a Wert en el Departamento tras la defección de este hacia un destino más grato ha invitado a su predecesor socialista Ángel Gabilondo a retomar el pacto educativo, que éste intentó sin éxito hasta más allá de sus fuerzas. Como se recordará, Gabilondo negoció con admirable tesón hasta conseguir casi un acuerdo total sobre la reforma educativa con el PP y otras formaciones, pero como Zapatero adelantó las elecciones por causa de la crisis, el PP le hizo saber que no habría acuerdo, no porque no fuera deseable ni posible sino porque las elecciones estaban demasiado cerca y aquel consenso no iba a favorecer al partido que se veía ganador de las elecciones, como así fue.
Ahora, el ala moderada del PP quiere enmendar su error. Pero parece demasiado tarde. Habrá que esperar a la siguiente legislatura para intentar por fin un consenso que todo el mundo dice desear. Y cuya ausencia impide que nuestro sistema educativo salga del pozo de la mediocridad.
