Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Grecia, a vista de Mallorca

La cena tuvo lugar en 1990. Me encontraba frente a Gabriel Cañellas y Raymond Barre, sentados codo con codo. Aunque ambos eran economistas, no puede imaginarse una pareja más estrambótica. El primer ministro de Francia con Giscard y autor del manual clásico de Economía Política, junto al president que transformaba cada análisis en un acudit. Por ejemplo, el que fuera vicepresidente de la Comunidad Europea razonaba su oposición radical a la incorporación de Turquía con un discurso magistral, y el titular del Govern traducía con sorna que "yo siempre lo he dicho, los moros, si no te la han hecho, te la harán".

De repente se introdujo Grecia en la velada, y Barre observó una conducta impensable en un político español. A saber, reconoció lo que consideraba un error. Empezó por señalar categórico que "los griegos no debieron entrar nunca en la Unión Europea". Y añadió humillando la mirada que "la culpa es nuestra. Fuimos los franceses quienes avalamos la inclusión. Nos equivocamos de plano, no son europeos". Cañellas también disponía de un chiste para este diagnóstico, pero lo desatendí para plantearme si el que fuera jefe de Gobierno de Francia se pronunciaba con igual dureza en otros foros, contra el ingreso europeo de España. Hoy me invade la melancolía de que ha transcurrido un cuarto de siglo, sin que el debate entre Grecia y Europa haya avanzado un paso.

Recuerdo otra cena esclarecedora, con la familia Goulandris al completo. Atracaron el Aitea en Portals. Fue una sesión soporífera, con magnates cerúleos que parecían extraídos de los cuadros que les facilita su fortuna. El único billonario interesante que he conocido se llama Richard Branson, seguramente me falta empatía. El clan griego hablaba de política, pero solo para criticar al gobierno de Atenas que les toleraba el absentismo fiscal. Acartonados, simbolizaban la esterilidad de la riqueza desmedida. Me convencí de que el dinero embrutece a los seres más anodinos. Hoy añado un interrogante, ¿por qué no pagan ellos el rescate del país que se lo dio todo?

Compartir el artículo

stats