El muy serio susto provocado por el incendio a bordo del ferry Sorrento es una excelente oportunidad para renovar las exigencias de control sobre el tráfico de mercancías con potencial contaminante en las proximidades de Balears y exigir la dotación de los mejores medios humanos y materiales para conseguir una respuesta urgente ante cualquier contingencia peligrosa. La buena noticia, obviamente, es que el incidente del ferry concluyó con todo el pasaje sano y salvo y con el incendio controlado y el buque trasladado a puerto, pese a los temores iniciales sobre un posible hundimiento, con el consiguiente riesgo contaminante en una zona tan próxima a nuestras costas. Hay que elogiar el comportamiento de la tripulación y los mandos del Sorrento, que fueron capaces de evitar desgracias humanas y, desde luego, las de los buques de Baleària que acudieron al rescate, con especial referencia al Puglia, que acogió a los afectados.

Fue un operativo de gran eficacia pese a algunas deficiencias que resultan comprensibles en momentos de tanta alarma. Se entiende que algunos afectados pudieran quejarse de fallos en poleas de las lanchas de salvamento o de situaciones de riesgo que, por fortuna, no tuvieron excesiva trascendencia, pero no estamos hablando de un ensayo de emergencia sino de un incendio real de unas dimensiones tremendas y que en otras situaciones similares generó consecuencias trágicas. Y los equipos de rescate de Salvamento Marítimo y de la Guardia Civil fueron decisivos para que todo acabase solamente en un inmenso susto, del que debemos sacar algunas lecciones. La primera enseñanza importante es que nunca será suficiente el control de los sistemas de seguridad marítima y la formación de las tripulaciones para afrontar circunstancias de riesgo. Además, lo ocurrido permite el enfoque positivo de enfrentarnos a una realidad que muchas veces tendemos a olvidar: la fragilidad de la columna vertebral de nuestra economía y la trascendencia de ser previsores ante potenciales riesgos para un entorno marítimo que repercute como generador de la mayor parte de nuestra riqueza y que, al mismo tiempo, nos hace peligrosamente dependientes de su evolución.

La ministra de Fomento, Ana Pastor, estuvo desde el momento inicial del problema en primera línea y garantizando que se desplazasen a Mallorca medios para afrontar un problema que conoce en variantes mucho más trágicas, porque Ana Pastor tuvo que afrontar, desde otra responsabilidad ministerial, desastres como el del Prestige. Afortunadamente no hemos vivido nada similar pero hay que ser tozudamente insistentes a la hora de recordar que cerca de nuestras costas hay un tráfico marítimo potencialmente muy peligroso para el medio ambiente y con mucha frecuencia protagonizado por buques petroleros.

Vivimos en una sociedad que necesita combustible, que precisa grandes aportaciones de formas de energía como el gas o diversos productos químicos que implican riesgos, y donde el tráfico marítimo cumple un papel esencial y, en ocasiones, admirable, no solo como generador de riqueza sino con garantía de nuestra calidad de vida. Sin embargo tenemos que ser muy conscientes de que es imprescindible una exigencia máxima en los controles de seguridad y en la defensa del medio ambiente. Somos un destino turístico que apuesta por la excelencia, que se ha ganado a lo largo de muchas décadas un lugar de honor entre la élite del turismo mundial. Pero este paraíso en el Mediterráneo es muy frágil, muy vulnerable. Igual que debemos estimular la defensa del territorio, el control de la menor depredación de los paisajes terrestres, es vital proteger el medio marino, fuente esencial de una economía que ha permitido desarrollos de calidad de vida absolutamente envidiables, pese a las quiebras sociales, humanas y económicas que ha generado la crisis de la que vamos saliendo.

Aprovechemos el fuego del ferry Sorrento para aumentar las exigencias en la calidad de los medios de transporte marítimo, en las condiciones de seguridad, tanto de los buques como de las tripulaciones y del pasaje. Ya son dos graves incidentes en bodegas de naves similares por incendios en los garajes. No podemos hablar de casualidad, algo serio falla en la prevención y las consecuencias han sido tremendas desde la perspectiva económica para algunas empresas de transportes y también para personas a las que el incendio ha destrozado sus economías personales.