Los electores nos planteamos las opciones de voto en términos de preferencias. Como en otros ámbitos de la vida, ordenamos en orden descendente nuestras opciones individuales. Cuando esa elección es colectiva, sin embargo, las preferencias pueden sufrir alteraciones, en atención a los resultados esperados de la elección de los otros; de ahí el llamado "efecto arrastre", o el efecto "underdog" (votar a quien creemos que tiene menos posibilidades de ganar).

La precampaña y la campaña oficial se dirigen a persuadir y movilizar al electorado, y en situaciones de incertidumbre en cuanto a los resultados electorales, como la actual en Balears, los mensajes que recibe el electorado son fundamentales en esa confección de la lista de preferencias. La proyección del resultado colectivo, esto es, de la suma de preferencias electorales de cada individuo, puede provocar que la gente se sume a la opción del "carro ganador" (el llamado efecto bandwagon en Ciencia Política), y que abandone la idea de votar a quien previsiblemente no tendrá opciones de ganar. Ocurre algo parecido a las caídas en la bolsa, a la venta masiva de títulos que hacen los accionistas cuando hay una crisis a la vista.

A lo largo de la legislatura que termina se han demonizado los pactos en abstracto, y los pactes de progrés en concreto. El president ha afirmado que no iba a gobernar si no era con mayorías absolutas. Y a falta de siete semanas para las elecciones, ahora el president Bauzá ha cambiado su estrategia de comunicación, abriendo la posibilidad a pactos con otras fuerzas políticas. En la comunicación política, la suma de impactos que reciben los electores-consumidores debe ser coherente; en algunas campañas se apuesta incluso por el storytelling, por trazar una historia a lo largo del tiempo que empatice con el electorado. A todo ello debemos sumar el enfoque personalista de las campañas autonómicas y municipales, donde el candidato es la marca y los logotipos de partidos ocupan una superficie menor en la fotografía. Para muestra, la campaña "Gestión Bauzá", que además permite representar en dos palabras esta última y controvertida legislatura.

Así distribuido el escenario, aquel partido que aceptase formar parte de una coalición parlamentaria (un pacto de legislatura, sea estable o puntual) o coalición de gobierno, tendría que aceptar la corresponsabilidad de toda la legislatura 2011-2015. Un ejemplo muy cercano se dio en Catalunya tras las elecciones del 25N, donde ERC rechazó entrar en un gobierno débil, para evitar la corresponsabilidad.

Por tanto, si nos atenemos a las declaraciones y precampaña actual, vemos que la proyección transmitida al elector medio es que Bauzá no obtendrá mayoría absoluta, que serán necesarios pactos para gobernar y que, hoy por hoy, ningún partido pactaría con el Partido Popular. Así las cosas, si este escenario se consolida, es posible que una gran cantidad de votantes fije sus preferencias pensando en el resultado agregado a nivel autonómico, y ante la situación esperada de mayoría insuficiente del Partido Popular, sus preferencias cambien o se abstengan de votar.

(*) Politólogo y director de la empresa PolíticaYMedia