Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Populismo

Decía Álvarez-Junco en un artículo reciente sobre el populismo que "invocar la voluntad del pueblo para saltarse el respeto a la ley es uno de sus recursos habituales. Movilizan así a los apáticos, pero su afán por eliminar las cortapisas democráticas abre un peligroso camino a la tiranía".

Invocar la voluntad del pueblo para eludir las formalidades de la democracia es también populismo. Como por ejemplo asegurar que la formación en que uno milita ya es el principal partido de la oposición antes de haberse presentado a las elecciones. Como ha hecho sorprendentemente Pablo Iglesias para justificar su pintoresca exigencia de mantener un cara a cara con Rajoy. ¿En virtud de qué? ¿De las encuestas?

El procedimiento, en democracia, es tan importante como el fondo de las cuestiones. Y vivimos, para bien o para mal, en un ámbito de democracia parlamentaria en que el pueblo no es una entelequia que pueda manipularse sino una entidad orgánica que se expresa con toda claridad a través del Parlamento, que es a la vez depositario de la soberanía. Ningún populismo tiene el derecho a poner en duda esta sagrada representación, ni a darla por supuesta, ni a minusvalorarla con el argumento peregrino de que el pueblo también habla en la calle.

Compartir el artículo

stats