El testimonio esclarecedor de Rodrigo de Santos no le redime en absoluto de su condición de partícipe en la corrupción del Govern Matas, desde su todopoderoso despacho en Cort. A cambio, ha refrescado el rico anecdotario de la legislatura del despotismo, una miscelánea entonces intrascendente y hoy con relevancia penal. Verbigracia, la habitación que se reservaba en una conselleria para los innumerables obsequios navideños que recibía su titular de los empresarios del sector, anejos al tres por ciento en sobornos que el jefe de la campaña triunfal del PP atribuye a cada proyecto público.
En ese mismo departamento autonómico, su titular recurría a una táctica infalible para seleccionar los objetos de lujo que codiciaba. En una reunión con los empresarios sugería a todo volumen "qué bonito es el último lanzamiento de Louis Vuitton", o "acabo de ver en una revista la última chaqueta de cuero de Marc Jacobs y me ha encantado". Las prendas de precio exorbitante acababan en su zurrón. La habitación de los regalos define al Govern Matas. En la conselleria citada, su titular detallaba a sus altos cargos, de viva voz en un restaurante de la calle Concepción, la metodología para el cálculo de porcentajes confirmados por De Santos y otros.
De este comportamiento colectivo se desentiende ahora Mabel Cabrer. Asegura la consellera de Obras Públicas, nada menos, del gobierno autonómico más corrupto de la historia de España que "no es el Matas que yo conocía". Le traiciona su melodramatismo, porque este preso con turbante no puede causar gran daño desde su celda. El peligro radicaba en "el Matas que usted conocía", el mismo que le ordenó mimar el desvío de la autopista de Andratx construido exprofeso para enlazar el domicilio del ministro de Aznar. La portavoz actual del grupo parlamentario de Bauzá se coloca preventivamente el vendaje que garantice su sordera retrospectiva, mientras sigue jugando a Candy Crush en su escaño. La Infanta del rey Matas está acostumbrada a ganar en todas las apuestas.
