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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Desconstruyendo a González

Eelipe González publicó en El País, el pasado 19 de febrero, un artículo en apoyo del golpe de mano de Pedro Sánchez disolviendo a la dirección del PSM, titulado "Madrid: superar la endogamia". Por el interés que siempre despiertan las declaraciones del que ha sido uno de los hombres determinantes de la política de nuestro país de los últimos cuarenta años, es imprescindible intentar analizar con el máximo rigor y consideración sus palabras.

Sostiene González que "el sistema electoral vigente era el adecuado tras cuatro décadas de dictadura. Era necesario fortalecer a los partidos políticos para reconstruir un entramado democrático sólido€ Hace tiempo que vengo defendiendo la conveniencia de cambiar el sistema electoral con el propósito de empoderar a los ciudadanos, evitando la dinámica endogámica de los partidos políticos, para contribuir a regenerar la democracia". Es difícil mantener que era el sistema adecuado si al mismo tiempo se afirma que hay que cambiarlo para evitar la endogamia y regenerar la democracia. Prueba evidente de que la ha provocado „la endogamia„ y de que ha degenerado la democracia „si no, no se entiende que haya que regenerarla„.

Sostiene González, apodícticamente, que "la fácil crítica de que el error es de origen es inconsistente con la realidad histórica de la Transición. Por eso, también lo es que cuando se proponen reformas como las que digo te respondan: "¿Por qué no lo hicieron antes?". No, no es una crítica fácil. Es la única posible. El sistema electoral se fija en un decreto previo a las elecciones de 1977, revalidado parlamentariamente con posterioridad a la Constitución de 1978. Es evidente que el error es de origen, no puede ser de final. Las críticas no son inconsistentes por el hecho de proclamarlo sin más; habrá que argumentarlo. Cada vez que se acercan las elecciones se dice que hay que reformar el sistema electoral, pero no hay tiempo. Pasadas las elecciones se olvida el asunto hasta que, antes de las siguientes, cuando vuelve a no haber tiempo, se repite el mismo cuento. González estaba en el origen, con Suárez, Carrillo, Fraga, Pujol, Arzallus, etc. González defiende con uñas y dientes su legado. Nada más que eso.

Sostiene González: "Estoy seguro de que la afirmación ´siempre hemos creído que la democracia interna importa más que los resultados electorales´ se hace de buena fe€ Es el síntoma más evidente de esa enfermedad endogámica que afecta a los partidos€ ¿Puede la democracia interna estar en contra o ser prioritaria sobre la democracia de los ciudadanos con sus votos?". A sensu contrario, ¿significaría esto que la democracia de los ciudadanos con sus votos está en contra de la democracia interna? González se hace un lío tremendo con estos falsos dilemas por una sencilla razón: no se atreve a llegar hasta el final del razonamiento lógico: la contradicción se produce porque el colectivo de los miembros del partido no son representativos de los ciudadanos que les votan. De ahí el lema del 15M: "No nos representan". ¿Por qué de la contradicción? Porque con tal de mantener el poder tutelar de las cúpulas, intentan compatibilizar dos sistemas políticos y electorales inmiscibles: el sistema decimonónico de partidos ideológicos dirigidos por élites que saben lo que conviene a los ciudadanos menores de edad, con militancia fervorosa, con candidatos en listas cerradas y bloqueadas en un sistema electoral proporcional, portadores de un programa confeccionado por el partido, con un sistema propio del siglo XX en las democracias más exitosas, las anglosajonas, con partidos que son simples corrientes de ideas, sin militantes, sólo con afiliados, con candidatos de cada partido elegidos en primarias abiertas a todos los ciudadanos de esas ideas, donde cada candidato ha sido elegido en base a su programa y con un sistema mayoritario de circunscripción uninominal. Poder de los partidos y poder de los ciudadanos. Partitocracia y democracia. Las primarias trasladadas al sistema partitocrático provocan las perturbaciones y el conflicto de legitimidades que sufre el PSOE desde las primarias que ganó Borrell y que perdió Almunia. Los partidos actuales y el sistema rememoran con sus miserias el turnismo canovista de la Restauración que tan bien describió Galdós en Miau, como recordaba Leguina hace unos días.

Sostiene González que dado que no hay tiempo de articular reformas para devolver a los ciudadanos el poder de decidir quienes son los candidatos, "hay que arbitrar procedimientos, hasta que lleguen las reformas, para acercarse a sus reiterados deseos de cambio. Esto es lo que hace la dirección del partido". Seguro que no es la intención de González, pero esto es también lo que hacen los salvapatrias, saltarse los procedimientos, porque ellos son los que interpretan los deseos del pueblo. En democracia, los procedimientos, las formas, son los elementos básicos que la diferencian de la arbitrariedad del poder. Sánchez decía en diciembre de 2014 que Gómez tenía todo su apoyo y que sería el próximo presidente de Madrid. Ahora dice que es una calamidad; es cierto. Pero, ¿por qué no lo decía en diciembre? ¿Aún no conspiraba con Susana Díaz?

Sostiene González que "parece difícil calificar la crítica procedente de algunos dirigentes del PP€ Ellos lo resuelven mediante el sistema del dedazo". ¿Cómo calificaría entonces el golpe de mano anunciado por César Luena, secretario de organización del PSOE, diciendo que "la decisión es de quien manda en el PSOE, que es Pedro Sánchez"? El dedazo en el PP está consagrado en los estatutos del partido. El dedazo en el PSOE dinamita sus estatutos. Ante el silencio bovino de la mayoría de militantes y cuadros.

Sostiene González que "la democracia interna de los partidos políticos es un bien necesario para la elección de cargos internos y para la selección de candidaturas que se presentan a la ciudadanía. Pero que para evitar la endogamia€ hay que evitar la confusión que produce tener los votos de la agrupación con tener los de la ciudadanía€ Tenemos que recuperar, con las personas adecuadas, nuestra voluntad de representar a las mayorías". Pero, ¿quién determina cuáles son las personas adecuadas? Según los estatutos, las primarias. Según González, el secretario general. Para evitar la endogamia, introduzcamos el arbitrismo. Todo este razonamiento es el disparate de intentar cuadrar el círculo. Que posibilita interesantes cuestiones. Si quien manda e interpreta quiénes son las personas adecuadas es el secretario general, ¿por qué deberían los afiliados decidir en primarias quién debe ser el candidato a la presidencia del Gobierno?

González era un hombre extraordinariamente dotado para la seducción emocional, pero adolece de escasa claridad conceptual, sus razonamientos son en realidad tautologías y construcciones gramaticales circulares. Macho alfa, dueño del copyright, sigue exhortando a la militancia pura y dura. La que practica con Juan Luis Cebrián y en el consejo de administración de Gas Natural.

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