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Antonio Papell

La inútil refundación de CDC

Es muy probable que Artur Mas y su entorno cercano no se hayan percatado completamente del daño irremediable que ha causado a la imagen del president de la Generalitat su comparecencia del pasado día 9 en la comisión de investigación del Parlament de Cataluña. La negativa rotunda de Mas, no sólo a cualquier complicidad con la familia Pujol y con los demás gestores de las comisiones ilegales obtenidas durante muchos años a costa del dinero de los contribuyentes sino también a haber albergado cualquier sospecha sobre el particular, es sencillamente increíble en quien ha sido persona cercana a los Pujol la familiaridad era conocida de antiguo, conseller de Política Territorial y Obras Públicas, conseller de Economía y Finanzas, conseller en cap, jefe de la oposición y president de la Generalitat? El reconocimiento de que el escándalo le ha afectado "en sus propias carnes" ha sido un lapsus freudiano que representa el reconocimiento de que su crédito como gobernante se ha deteriorado gravemente. Los resultados electorales lo confirmarán sin duda.

Convergència Democrática de Catalunya, el partido fundado directa y personalmente por Jordi Pujol en 1978, actualmente con la sede embargada judicialmente por el caso Palau, pivotaba sobre una concepción muy concreta del catalanismo político, exacerbada en su etapa final, que no podría entenderse sin la referencia del patriarca, convicto y confeso de graves delitos económicos, sospechoso de haber alentado o al menos permitido el enriquecimiento ilícito de varios miembros de su familia, despojado de todos los honores por esta causa. No es pues extraño que los epígonos de Pujol, con Mas a la cabeza, se desmarquen de las siglas y estén pensando en una "refundación". De hecho, el abandono paulatino del acrónimo ya es un hecho: la marca CDC ha desaparecido de la página web de la organización, en la que apenas figura el término "convergents". Y la "lista del presidente" puede sustituir a las siglas contaminadas en las elecciones del 27 de septiembre?

Es claro que este camino hacia la iniquidad, formado a través de los numerosos casos de corrupción que se están dirimiendo, no lo ha recorrido CDC en solitario. Unió Democràtica de Catalunya, la histórica formación democristiana, ha sido el báculo de la andadura de Pujol durante todo el recorrido, pero es muy humano que ahora los compañeros de viaje y de coalición renieguen del socio específicamente contaminado, aunque también UDC tiene sus propios episodios de corrupción (los casos Pallerols, Turismo, Farreres?). En cualquier caso, la soledad de CDC es creciente y ERC se está cuidando de ponerlo de manifiesto, antes y después de forzar la comparecencia de Artur Mas en la ominosa comisión: este sábado, el candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona, Alfred Bosch, se cuidaba de presentar a su partido como referente de buenas prácticas: "ERC tiene 84 años sin un solo sobre ni una sola comisión, sin meter mano en la caja?". A buen entendedor?

Es instructivo constatar que CDC ha realizado el viraje hacia el independentismo a partir de su salida del poder en 2003. Todas las teorizaciones del patriarca sobre la compleja y fecunda relación entre la Cataluña próspera y la España grande han desembocado en una propuesta de ruptura que, en los últimos tiempos, ha tenido vínculos con la descomposición ética de la organización que ha inspirado el más genuino nacionalismo catalán durante un cuarto de siglo. Es fácil entender que semejante viraje se vuelve artificioso cuando se cae en la cuenta de que coincide con la publicación de todos los escándalos, que constituyen la más flagrante traición a la idea nacionalista de patriotismo que Pujol trató de infundir en la sociedad catalana durante el desarrollo de su obra de gobierno.

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