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La "feminización" de los templos y del catolicismo

En el pontificado de Francisco existe claramente, como ya hemos indicado aquí, un anverso el propio papa Bergoglio, y un "reverso", el cardenal Raymond Burke, principal fustigador de las tesis aperturistas papales, o, al menos, el más aplaudido por los sectores muy conservadores del Iglesia.

Demasiadas mujeres. Pocos días antes de que el Vaticano iniciara una reflexión sobre el papel de las mujeres en la Iglesia una de las líneas impulsadas por Francisco, el cardenal Burke manifiesta en una entrevista lo que sigue: "Los templos se han llenado de mujeres", y particularmente como "monaguillas", es decir, en el servicio al altar durante las misas. Burke agregaba que, sin embargo, "se requiere una cierta disciplina masculina para servir como monaguillo a lado de un sacerdote, y la mayoría de los sacerdotes tienen sus primeras experiencias profundas de la liturgia como monaguillos". Y casi como con un estrambote, remataba: "¿Creen que María, la madre de Dios, querría servir en la misa o ser sacerdote? Incluso si hubiera sido así, ¿por qué Jesús no la incluyó en la última cena?".

Retirada de los hombres. En definitiva, Burke hondo defensor de la misa tradicional, o tridentina, que no admite "monaguillas" bajo ninguna circunstancia, afirma que la presencia masiva de mujeres en los templos ha sido motivo de que los hombres se retiren de la vida eclesial y que se den menos vocaciones sacerdotales.

Los gais le dan vuelta al argumento. En la página de internet Cristianos gais han tomado una frase del cardenal "los muchachos jóvenes no quieren hacer cosas con las chicas. Es simplemente natural", y han añadido: "Los defensores LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) católicos han estado diciendo exactamente eso durante mucho tiempo. Al menos, para el diez por ciento de los chicos".

¿Francotirador o avanzadilla? "Burke tiene una firmeza en la fe, junto con un candor, que huelen a santidad", afirmaba un opinante tradicionalista días atrás, que a la vez postulaba cómo la "feminización" del catolicismo y las consecuencias que explicita Burke es un hecho admitido por una parte de la jerarquía que no se atreve a manifestarlo en público. Pero, ¿de cuánta parte estamos hablando? ¿Es Burke una avanzadilla de un movimiento amplio o un francotirador? Por otra parte, a primera vista y según criterios contemporáneos, el análisis del cardenal estadounidense parece inadmisible, pero ¿cabe, sin embargo, que esas reflexiones tengan una base comprobable? No se olvide que, en otro plano, instituciones religiosas o civiles han elegido la separación de sexos en la enseñanza. El secretario de Educación de EE UU, Arne Duncan de la Administración del progresista Obama, lleva varios años impulsándola.

Que deponga la birreta. Pero volvamos a Burke y al hecho de que varias instancias católicas han solicitado que, en vista de su oposición frontal al Papa, renuncie al cardenalato. Sólo existe un caso en los últimos cien años de un purpurado que renunciase a su estamento e insignias. Fue el jesuita francés Louis Billot (1846-1931), creado cardenal en 1911 por Pío X y que presentó su renuncia a Pío XI en 1927. Teólogo escolástico puro, profesor de Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana de Roma, consultor del Santo Oficio (hoy llamado Congregación para la Doctrina de la Fe), Billot apoyó la Action Française un movimiento muy conservador que alentaba la actividad de los monárquicos católicos. Pío XI discrepó fuertemente con esas posturas y mantuvo una tortuosa entrevista con Billot en septiembre de 1927. El jesuita presentó entonces su renuncia al cardenalato y el pontífice se la acepto a los ocho días. Billot falleció como un simple sacerdote jesuita. Lo malo es que, en este caso, el jesuita es el Papa.

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