Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JOrge Dezcallar

El optimismo de la voluntad

Cuando empieza 2015 parece que el futuro de Europa plantea más dudas que la propia evolución geopolítica del mundo, aunque quizás lo ocurrido en Grecia contribuya a clarificar el panorama. Me explico, entre la botella medio llena o medio vacía, me quedo con la primera y se bien que algunos dicen que un pesimista es un optimista informado pero, ¿qué quieren? Aparte de la muerte pienso que casi todo lo demás puede tener arreglo y en esto coincido con el viejo Gramsci cuando anteponía el optimismo de la voluntad al pesimismo de la razón.

Viene todo esto a cuento de las elecciones griegas sobre las que tanto se ha escrito para especular sobre el éxito de Syriza, extrañarse ante su alianza con la derecha nacionalista de los Griegos Independientes, inquietarse con el tercer puesto de los fascistas de Aurora Dorada, sorprenderse por sus simpatías hacia el Kremlin (otro ganador de estas elecciones), y preocuparse por el futuro del euro y de la Unión Europea. En coherencia con mi costumbre de mirar el vino que queda en la botella y no el que ya me he bebido y como llorar sobre la leche derramada no conduce a ningún sitio porque ya es irrecuperable, pienso que lo ocurrido en Grecia puede acabar siendo bueno para Europa y para España.

No es que me alegre la victoria de Syriza y menos aún me gustan sus compañeros de gobierno homófobos y xenófobos a la vez. Si me quedaba alguna duda me las han disipado los que han jaleado su victoria: UKIP, el Front National (FN), Podemos, el Partido de los Finlandeses o Alternativa por Alemania, entre otros. "Dime con quién andas y te diré quién eres" y a mi esta compañía no me gusta nada aunque también se dice que "de gustos y colores nada dicen los autores".

El resultado electoral es comprensible porque el coste social de las medidas que Europa ha impuesto al país heleno es aterrador. A un amigo griego le han reducido su pensión de jubilación en un 66%. Pero que lo comprenda no quiere decir que lo disculpe pues los únicos culpables son los propios griegos que han gastado por encima de sus posibilidades y además nos han engañado a todos durante mucho tiempo falseando su contabilidad. Hoy la deuda griega alcanza el 177% de su PIB y eso no hay quien lo pague y menos aún con las altas tasas de interés que los mercados piden a Grecia .

Aún así, no todo es negativo: en primer lugar porque estos resultados introducen aire puro en el sistema, mostrando que los griegos ya no pueden más de los políticos y de los partidos tradicionales (Nueva Democracia, Pasok) que les han llevado a esta situación. Están hartos del sistema clientelar, corrupto y mentiroso y quieren cambiar. Es un aviso para navegantes por aquello de que "cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar". Y en Europa hay muchas barbas.

En segundo lugar porque ha quedado claro de una vez por todas que el diseño institucional de la Unión Europea no es el adecuado y está en el origen de muchos problemas actuales. Warren Buffet dice que cuando baja la marea se ve a quién nada desnudo y la crisis ha destapado muchas vergüenzas que habían permanecido ocultas en épocas de vacas gordas. De ahí el actual desencanto con la misma idea de Europa. Ahora parece obvio que una Unión Monetaria no podía funcionar bien sin uniones fiscales o bancarias, o sin un Banco Central con poderes similares a los de la Reserva Federal americana, como Krugman no para de repetir. Hoy los EE UU están saliendo mejor de la crisis que ellos mismos comenzaron, crecen al 2,7% y su tasa de desempleo está en el 5,7 % (la mitad que la media europea).

En tercer lugar, también queda en entredicho la política alemana de austeridad y de reformas estructurales para combatir déficit y deuda, sujetando férreamente la inflación y manteniendo el euro bajo para mantener superávit en comercio exterior. Esa política ha partido en dos al continente al hacer pagar un precio muy alto los países del sur, aunque sea positiva la reciente decisión del Banco Central Europeo de comprar deuda soberana. Merkel enfrenta elecciones regionales en Hamburgo y Bremen y está presionada por la derecha de Alternativa por Alemania, pero tiene que darse cuenta de que su política es insostenible si no quiere que Europa salte por los aires.

En cuarto lugar, si Syriza decidiera no pagar y otros le copiaran el sistema se hundiría y habremos tirado el agua de la bañera con el niño dentro. Apaga y vámonos. No es una opción. Pero mantener las actuales exigencias de austeridad echa leña en la caldera de los descontentos y conduce a que los partidos antieuropeos ganen apoyos. En 2017 Reino Unido podría votar salir de Europa y en Francia un partido fascista, xenófobo y euroescéptico como es el FN, podría llevar a Marie Le Pen al Elíseo. El FN quiere salir del euro y de Europa y eso dejaría al proyecto europeo herido de muerte porque Francia no es Grecia.

Esto quiere decir, como quinta conclusión, que la única solución es negociar y todos tendrán que ceder algo. Habrá que seguir reformando y apretándose el cinturón pero con más flexibilidad que hasta ahora, y habrá que pagar aunque con mayores plazos y con menores intereses en la línea que defienden Hollande y Renzi. Y relanzando la producción y el consumo aunque sufra la inflación. Encaje de bolillos que exige políticos finos.

Finalmente, pienso que lo acontecido en Grecia tendrá influencia en España pero no se si con el tic-tac que anuncia Iglesias. En 1975 comenzó en España una Transición en cuya moderación influyeron los excesos de la revolución portuguesa de los Claveles, de igual manera que en 1982 el triunfo electoral de Felipe González se vio templado por los iniciales errores nacionalizadores de Mitterrand. Ahora puede ocurrir algo parecido. Si Syriza hace las cosas bien moderará los excesos de Podemos pero si lo hace mal meterá el miedo en el cuerpo de los españoles y lo condenará a la marginalidad. Siempre ganamos.

Compartir el artículo

stats