El llamado "destape" de la historia reciente española consistió en la disminución de la represión de la sexualidad tanto en el ámbito social como individual. Actualmente, el afloramiento de una gran variedad de identidades sexuales constituidas en colectivos que reclaman reconocimiento y derechos propios pareciera un segundo destape. La cuestión de si es posible escapar al carácter binario de la sexualidad y las implicaciones de reconocimiento identitario son temas sobre las que la psicología puede hacer algunas precisiones.

Hace poco más de dos meses entró en vigor la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud que, entre otras medidas, quitó a lesbianas y mujeres solas de los tratamientos de reproducción asistida de los centros públicos. Dos días después, Extremadura anunció que, en contra de esta medida, asumirá estos tratamientos en su red sanitaria. Lo garantizará en la futura ley de igualdad social y contra la discriminación de lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros, transexuales e intersexuales. También abre las puertas a financiar íntegramente el proceso de cambio de sexo.

En la actualidad un reflejo de los contenidos que protagonizan el imaginario social es sin duda internet. OkCupid o Facebook han ampliado las opciones de sus usuarios a la hora de definir su identidad sexual. En un reciente artículo el escritor y periodista Miqui Otero afirmó que internet ha liberado la sexualidad al romper la clasificación binaria de F y M (femenino y masculino) del DNI incluyendo alternativas como demisexual, heteroflexible, homoflexible, pansexual, queer, probando e incluso sapiosexual. Y aún más, la autora norteamericana Julie Decker afirma en su libro The invisible orientation ("La orientación invisible") que la asexualidad no es un vocablo, sino "un movimiento". Ella lo es y quiere explicar al mundo que su preferencia es una inclinación colectiva que a menudo se siente vulnerada sin que nadie se haga cargo de ello.

La historia de lo socialmente aceptado y rechazado, se articula lenta y tardíamente al derecho civil que cristaliza en un status reconocido para la identidad y los derechos de los individuos. Recién en 1931, se aceptó en España el voto femenino, lo que significó ni más ni menos que la eliminación de un supuesto de inferioridad para el género femenino.

Mucho más recientemente, el 28 de junio de 1969, la homosexualidad emergía del status de degeneración y delito en las revueltas de Stonewal en Nueva York. Por eso se festeja el Gay Pride ese día, en castellano el día internacional del orgullo gai. Hace solo diez años, se legalizó el matrimonio homosexual en España, por la ley 13/2005 y más recientemente la adopción de niños por parejas homosexuales. En Manchester, Reino Unido, está en marcha un proyecto para abrir el primer colegio en Reino Unido para estudiantes lesbianas, gais, bisexuales y transgénero.

Más allá de los problemas jurídicos, religiosos, éticos e incluso políticos, cabría retroceder a una cuestión básica tal como podría hacer un niño, o un extraterrestre. ¿Qué es el sexo? Cual es el límite? ¿Hasta dónde puede desdibujarse el sexo tal como lo conocemos?

Todos los aspectos del comportamiento del animal humano tienen su origen en la biología. Es un hecho. Hasta el Vaticano reconoce que el ser humano es el resultado de la evolución biológica.

Lo cierto es que la sexualidad, como todo aspecto del comportamiento tiene un origen biológico y a la vez es modificado por la cultura y por las experiencias individuales. Por ejemplo, el patrón de belleza femenina ha cambiado desde los generosos y celulíticos cuerpos desnudos que pintó Rubens hace cuatro siglos y el contemporáneo ideal anoréxico que exhiben las pasarelas actuales de la moda. Pero ahora como entonces se trata de miradas y deseos, de erotismo y provocación.

La sexualidad es la consecuencia de la reproducción sexual en el plano psicológico. En la reproducción sexual un nuevo organismo resulta de la combinación genética de otros dos. La naturaleza no sabe de política ni de derechos humanos, no es machista, feminista ni homofóbica. Pero el origen del sexo, y por lo tanto de la sexualidad está en la unión de las diferencias.

El sexo biológico viene determinado por una combinación de los cromosomas XX en la mujer y XY en el varón. El sexo psicológico, también llamado género, depende de cómo en cada individuo se entrecruzan su biología y educación modelando sus impulsos. El sexo civil y social está definido por el entorno social y éste es el campo en que se expresan las reivindicaciones identitarias y las luchas por el reconocimiento como minorías. La interacción de los tres excede el horizonte de este comentario, pero hay dos cuestiones que la psicología puede delimitar. La primera es que una relación sexual es fundamentalmente una relación y de esto el sexo no puede escapar, sea hetero, homo, bi, trans, o alguna otra variante. Esto significa recíproca necesidad y reconocimiento de la subjetividad. De hecho la casi totalidad de las consultas por patologías y disfunciones sexuales son causadas por angustias y dificultades emocionales.

"Necesidad" porque para que haya interés ha de haber algo que a uno le falta y el otro tiene. Incluso si el otro tiene el mismo sexo anatómico. Así como un río no fluye si no hay gradiente, no puede haber deseo sin que algo falte.

"Relación" implica reconocimiento de las subjetividades en juego. Por eso las defensas jurídicas de los violadores alegan que fue sexo consentido. La ley castiga los actos sexuales cuando la subjetividad de la otra persona no es tenida en cuenta. Por eso el amor y el sexo en tanto relación no pueden ser totalmente libres. Tal como dijo Jean Paul Sartre, "mi libertad termina donde empieza la de los demás".

Hacer del modo en que se vive la sexualidad un motivo de diferenciación, pertenencia e incluso autoexclusión puede coincidir con la necesidad de afirmar la propia identidad y se manifiesta en este y diversos aspectos de la vida psicosocial incluyendo tribus urbanas, aficionados al futbol, grafiteros, etc. En el refrán popular "dime de qué presumes y te diré de qué careces" podemos encontrar una respuesta.

* Psicólogo clínico