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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Hotel Airbnb, el más grande

Aunque somos campeones del disimulo, ya solo nos une a Mallorca la fuerza de la gravedad. El mandato newtoniano se ahínca en el caso de los hoteleros con millones de euros. Sin embargo, su negocio se halla al borde del vuelco, no nos precipitemos. Vengo de visitar el hotel más grande de Mallorca. Sin moverme de la silla, en aplicación de la semana laboral de 40 horas conectado a internet. Se llama Hotel Airbnb.es, o .com. Cuenta con miles de habitaciones, y culmina el sueño de los empresarios turísticos porque ocupa toda la isla. No existe un solo rincón de la geografía insular, por recóndito que sea, en el que no te permita dormir hoy mismo, por un precio en el rango de cada bolsillo.

Soy un fanático de los hoteles anticuados, pero Hotel Airbnb casi me ha convencido. Ofrece habitaciones, suites, bungalós, chalés, piscinas, vistas al mar y a la montaña. Adjunta una foto risueña de los anfitriones, tan inhabitual en la ceñuda junta hotelera. Los empresarios turísticos se felicitaban de las estrecheces de la industria discográfica o periodística, sin percatarse de que la suya está a riesgo de volar por los aires. La pujanza del Gran Hotel Airbnb y sus secuelas ha sido generada por los hoteleros, al empobrecer a Mallorca pagando mal a sus empleados. Cualquier propietario con una buhardilla vacía es hoy competencia.

El Hotel Airbnb funciona al margen de la inútil conselleria de Turismo. También en esto se asemeja a los hoteleros clásicos, que han campado a sus anchas sin control. Los microhoteleros han creado desde lo virtual un mercado real, donde los precios deben ajustarse a la calidad ofrecida, con una clientela inmediata y exigente. Un hotel es una fonda de lujo según la Academia, y los empresarios padecen la insolación grandilocuente de que no inventaron el sol y playa, sino el sol y la playa. Su apelación al auge de la economía sumergida recuerda a Atila reprochando la crueldad de sus enemigos. Por cierto, ningún hotelero mallorquín reside en su hotel. El creador norteamericano del virtual Hotel Airbnb sí lo hace. Un billonario sin techo, literalmente.

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