La televisión autonómica de Balears (IB3) le costará el próximo año 34,1 millones de euros a los ciudadanos de estas islas. Es una cifra que supera en 6 millones el gasto anual para pagar las ayudas a las familias que tienen personas con problemas de Dependencia. El Hospital de Inca supone un coste de 38 millones. A extinción de incendios se dedican 17 millones, la mitad que a IB3. A Cultura y Política Lingüística, 14 millones, y en Innovación se invierten 4,5 millones. En el momento que vivimos, mantener una televisión como IB3 sólo se justifica desde su utilidad como servicio público, pero la realidad nos muestra cada día que el servicio esencial que presta IB3 es el de ser el altavoz de las pretensiones políticas del presidente de la comunidad autónoma, José Ramón Bauzá.

Desde que inició su mandato, Bauzá ha mantenido un control férreo sobre la programación de IB3, sobre todo los informativos. No lo ha hecho directamente sino a través de su círculo más cercano, con protagonismo estelar de su jefe de gabinete, Javier Fons, que ordena o suprime contenidos con un estilo más propio de una sociedad tercermundista que de una de las principales democracias europeas. El último ejemplo de este comportamiento lo hemos tenido el pasado miércoles y puede ser el paradigma de lo que viene sucediendo desde hace más de tres años.

En hora de máxima audiencia nocturna, la televisión autonómica de Balears organizó una aparición propagandística del presidente Bauzá con el formato teórico de entrevista por parte de una presentadora de IB3 y directores de tres medios de comunicación de las islas. Durante una hora y media, Bauzá se dedicó a exhibir todas las bondades posibles de su gestión pública y a negar cualquier problema en asuntos tan polémicos como la Educación, la Sanidad o su intervención para acabar con la carrera política de Mateo Isern, el actual alcalde del PP en Palma.

Quedan pocos meses para las elecciones y el equipo de Bauzá está nervioso ante los datos que ponen muy en duda la posibilidad de que logre la mayoría suficiente o los apoyos externos para repetir como presidente. Es lógico que intenten invertir la tendencia electoral negativa para sus intereses, pero de ahí a utilizar un medio de comunicación público como servicio de propaganda del presidente, media un abismo insuperable en una democracia.

El espectáculo propagandístico fue tan bochornoso que hasta los palmeros digitados por Fons se sintieron obligados a preguntarle si no debería reconocer algún error en la aplicación del famoso trilingüismo, que ha conseguido sacar a la calle a cien mil personas para protestar por la política educativa de Bauzá. En buena hora se les ocurrió suplicar una mínima autocrítica. Bauzá no tiene el menor propósito de la enmienda. Todo ha sido perfecto. Con una comunidad educativa en pie de guerra y con el rechazo frontal de figuras históricas del PP hacia la política lingüística de Bauzá, el presidente enarcó las cejas y separó sus manos para tratar de convencer a la audiencia de que no ha habido "ningún problema en la aplicación del TIL". El Tratamiento Integrado de Lenguas le ha costado la cabeza a la consellera de Educación pero Bauzá no se corta en predicar que "en la conselleria he tenido un equipo extraordinario". Seguramente por eso se lo cargó, y era la segunda vez que lo hacía en esta legislatura.

Por supuesto, no hubo la menor contrarréplica por parte de los elegidos por Javier Fons para no importunar a Bauzá. Bien se cuidó el equipo presidencial de no convocar a los principales medios de comunicación de Balears y llevar al estudio de IB3 a medios sumisos y de audiencia insignificante, salvo en Menorca.

Esta Comunidad Autónoma dedica 34,1 millones de euros anuales a financiar una televisión cuyo último máximo responsable ha pasado en 24 horas a ser el candidato del PP al Ayuntamiento de Calvià. Un medio de comunicación que sirve en bandeja 90 minutos de su tiempo de máxima audiencia para que Bauzá exponga una visión de la realidad social y política de Balears digna del programa infantil de los Teletubbies. Un mundo feliz en el que el president dice que Mateo Isern ha sido "un gran alcalde de Palma" y de inmediato justifica que se le elimine políticamente sin el menor argumento convincente y sin que ninguno de los "periodistas" presentes le plantee la menor contradicción. Una televisión pública que crea puestos de comunicación absolutamente prescindibles y muy bien remunerados mientras en la sanidad pública los recortes llevan a eliminar las pruebas diagnósticas con las que se intentaba prevenir el cáncer de mama en Balears.

La política informativa del equipo de Bauzá ha estado marcada desde el primer instante por un sectarismo implacable en los medios públicos y una obsesión por bombardear las redes sociales con mensajes de sus afines. El resultado es transparente para cualquiera que analice la realidad sin prejuicios. La pérdida de credibilidad de los medios informativos públicos es absoluta y la apuesta por las redes sociales ha acabado en un ridículo perfectamente previsible. Tanto es así, que hasta en un informe interno reciente del propio Partido Popular, en el que se analizan los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo en 2014 se afirma textualmente: "Para el PP es muy difícil conseguir en las redes sociales que su mensaje cale (?) porque gobernamos y cuando expresamos una opinión parecemos la voz de su amo. El Govern centralizó su labor mediática y de comunicación en este sistema y le ha salido absolutamente rana, con lo cual nos ha perjudicado a todos".

Quien crea que conclusiones como la anterior van a servir para cambiar la estrategia de Bauzá y su equipo peca de ingenuo. La entrevista de esta semana tiene como único valor el de mostrar en toda su tozudez a un presidente que no reconoce ni el menor error „salvo en frases tópicas como "todos cometemos errores"„ en una forma de gobernar que ha generado constantes conflictos sociales, que ha creado una división profunda en su partido y que puede acabar en una versión contemporánea de los idus de marzo cesarianos, pero en esta ocasión trasladados al mes de mayo. No se pueden imaginar Bauzá y su círculo el número de conspicuos compañeros de partido que apenas se reprimen al comentar que están afilando las dagas.